BIENVENIDA A LAS VEGAS

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Las Vegas, Nevada.

"La Ciudad del Pecado" se le hacía a Diana muy pretenciosa, muy luminosa. A todas direcciones, había un letrero de neón brillando o un cartel luminoso con anuncios. Había casino en exceso, hoteles, clubes nocturnos. Era el reino del espectáculo, el glamour, las ruletas, los juegos de cartas, las máquinas tragamonedas... y lo mejor era que ahora todos estos lugares tenían el estandarte Omega, dando a conocer su devoción por el Régimen de Darkseid y Luthor

Las Vegas era un escenario de cartón pintado dónde los ricos devotos al Régimen vivían una vida sumida en el lujo y a la vez en la miseria, revolcados entre los vicios y el pecado.

Recordó unas palabras de John Constantine (que por cierto no le caía muy bien): "Cuando ves a todo el montón de gordos imitadores de Elvis Presley cantando "Suspicious Minds" en alguno de los hoteles y casinos de la ciudad, no puedes seguir ignorando la verdad: el Diablo existe. Y sin duda, Las Vegas es su ciudad".

Diana alguna vez viajo a Las Vegas, por allá por los años sesenta y setenta. Fue a su luna de miel con Steve Trevor, y luego siguieron yendo a sus aniversarios de bodas o a algún espectáculo. Era de las pocas cosas que le desagradaban de él, pues Diana aún no se explicaba cómo es que a Steve le fascinaba estar ahí.

-Hemos llegado – dijo Tatsu mientras estacionaba su auto frente a un modesto antro en una zona comercial de Las Vegas. La guerrera oriental enfundo su espada en la espalda y partió –Vamos allá

-Alto ahí vaquera – interrumpió Diana – No vamos a ir con armas, ninguna de nosotras. Traes cuchillos en tus mangas, vi sus mangos plateados desde que salimos del motel, déjalos en el auto por favor – Siguiendo las órdenes de Diana, Tatsu saco de las mangas de su saco los dos cuchillos de plata que traía consigo – También el que traes en el cabello, por favor Tatsu – La chica no tuvo más remedio que quitarse el cuchillo que sujetaba su moño en el cabello –

-No conozco a Zatanna... – dijo Tatsu – Por que debes estar segura de que es amigable si no llevamos armas.

-Claro que la conozco, lucho por un tiempo junto a la Justice League – Diana sonrió – Además es una vieja amiga de Bruce.

Diana y Tatsu atravesaron la puerta principal del local y subieron unas amplias escaleras que daban a otra puerta más pequeña. A su lado, había un leprechaun que custodiaba la entrada. Diana supuso que había que darle la tarjeta a este personaje, que era el portero del lugar.

-Venimos a la fiesta – dijo Diana mientras le tendía al leprechaun la tarjeta de entrada –

-Perfecto – el enano recibió el boleto e hizo un gesto de bienvenida – Muestren sus "dones" para que las deje entrar

-No tenemos dones – respondió Tatsu –

-¿Entonces como supieron de este lugar?

-Venimos de parte de Dick Grayson – respondió Diana, recordando lo que Barbara le había dicho – Dile a tu jefa lo que acabas de escuchar.

El leprechaun activo un radiecillo que traía en el cinturón, y después de un intercambio de palabras, dejo entrar a las chicas.

-Entra... – dijo el enano entre titubeos. Diana y Tatsu pasaron sin problemas, dejando solo al portero del lugar – ¿Desde cuándo los mortales pueden pasar así como así? Dios mío, odio este trabajo – exclamo el duende irlandés –

El lugar era efectivamente un antro, el calor y un olor a alcohol y tabaco acudieron al olfato de Diana al momento de entrar. Un escenario en el salón principal era lo único bien iluminado del lugar donde una joven con poca ropa que se contorsionaba y acaparaba las miradas. Había mesas en todo el salón, algunos sillones en los rincones más oscuros y una gran barra. No era muy diferente a otros clubs a menos que uno observara muy bien. Los clientes del lugar no se molestaban en ocultar sus verdaderas personalidades como seguramente lo harían en la calle, a la vista de seres humanos.

Justice League: El Régimen OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora