El tiempo se detuvo para Ciel, mientras aún intentaba afrontar el hecho de que aquel hombre se encontrara frente a él.
Ciel: ¿P-padre? -Cuestionó confuso, tragando saliva.
Vincent: Padre... Pues ¡claro que soy tu padre! ¿A quién más esperabas?
Ciel: P-pero... Pensé que estarías aquí en dos días, ¿Por qué antes?
Vincent: Porque quería sorprenderte, hijo. No quería que enviaras sirvientes para arreglarlo todo al instante, solo porque estaba a punto de llegar, así que pensé en venir temprano y ver cómo te estás comportando, y te comportaste normalmente. -Explicó de forma rápida y concisa.
Sin embargo... El muchacho continuaba inmóvil en estado de shock. Las palabras no salían por mucho que intentara pronunciarlas, y su cuerpo no respondía a las órdenes de su cerebro. Simplemente, estaba perdido en sí mismo, tanto que ni siquiera se dio cuenta cuando aquel hombre se levantó de su asiento y lo rodeó con sus brazos en un cálido abrazo.
Vincent: Te extrañé mucho, hijo. -Susurró en medio del abrazo- Finalmente, estoy en casa.
Por un momento, el mundo del muchacho se derrumbó y con él, todo su plan de marcharse junto a su amado.
Vincent: Pero parece que no me extrañaste, ¿Pasa algo?
Fue entonces cuando se dio cuenta de cómo se comportaba frente a él. Si hubiera continuado así, seguramente habría sospechado que estaba tramando algo, por lo que necesitaba reaccionar correctamente y descartar todos los pensamientos que lo distraían.
Ciel: Estoy enojado contigo. -Dijo, finalmente- Lo que me enviaste hace unos días, no me tiene muy contento, padre.
Vincent: ¿Te refieres a mi carta? Pero, hijo, tú sabes que es mejor... -Habló, tomándolo por los hombros.
Ciel: ¿Lo mejor? ¡¿Lo mejor?! -Le recriminó, apartándolo con enojo de sí mismo- Te he dicho mil veces que no quiero esto, y aún así te esfuerzas por continuar.
Vincent: Porque es lo mejor para ti. Para la familia.
Ciel: ¡Ahí vas de nuevo!
• • •
Mientras el señor de la casa y su hijo discutían dentro de aquella gran habitación, la curiosidad de saber quién era aquel individuo sorpresa del día, le carcomía al mayordomo, quien hacía lo posible por abstenerse de entrar en el lugar e interrumpir lo que allí ocurría.
No podía soportarlo más, sus instintos le decían que entrara y su cuerpo comenzó a reaccionar ante ellos.
Bard: No te molestes. -Soltó de repente, acercándose con calma al azabache, que mantenía su mano sobre la perrilla de la puerta- No querrás interrumpir al Amo.
El azabache se giró para encarar a su compañero.
Sebastian: El Joven Amo es mi prioridad. No puedo dejar que se reúna con alguien que, ni siquiera, sé quién es. -Dijo, reincorporándose y tomando la perilla en su mano.
Bard: Te aseguro que no corre ningún peligro. -Le dijo- Porque quién está allá adentro, no es otro más que el Amo Vincent.
Aquellas palabras fueron más que suficientes para que el mayor se pusiera rígido ante la mención del nombre. Soltó levemente la perilla y volteó para ver nuevamente a su compañero.
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Solo Mio
RandomEnamorarse, es una hermosa etapa en la vida de cualquier persona, que se disfruta mucho más en la adolescencia. Sin embargo, este no parecía ser el caso para Sebastian Michaelis, un hombre de 27 años, sirviente (Mayordomo) de la mansión Phantomhive...