En la habitación de Ciel, los minutos pasaban rápidamente y él no se daba cuenta de la hora en el reloj despertador en su velador. Estaba absorto en el paisaje exterior, sin preocuparse por nada ni nadie.
*Toc... toc... toc...
A pesar de que la puerta fue tocada tres veces, Ciel no respondió. Incluso en repetidas ocasiones, decidió ignorar los toques.
*Toc... toc... toc...
Al tercer intento, la persona del otro lado decidió entrar sin permiso. Ciel se sorprendió al ver quién entraba.
Ciel: ¿¡Qué haces tú aquí!?
• • •
Ciel: Responde... ¿Qué haces aquí, Jeremy? Ni siquiera te dije que pasaras. -Dijo con cierto disgusto ante la osadía de su mayordomo.
Jeremy: Joven amo, he venido por usted. Su padre y los demás invitados lo esperan en el salón.
Ciel: Eso ya lo sé. Iré dentro de poco.
Jeremy: Pero joven amo, usted dijo eso hace una hora y aún sigue aquí.
Ciel: Vete, Jeremy, te dije que bajaré pronto.
No obstante, el hombre soltó una pequeña risilla traviesa, que llamó la atención de Ciel.
Ciel: ¿Qué es tan gracioso?
Jeremy: Es gracioso el hecho de esta farsa.
Ciel: ¿Farsa? ¿A qué te refieres?
Jeremy: Me refiero al hecho de su boda.
Ciel: ¿...?
Jeremy se dio media vuelta y fue directo hacia la puerta.
Ciel: ¡Espera!
Jeremy cerró con llave la puerta de la habitación y regresó con Ciel.
Jeremy: Solo me aseguro de que nadie nos escuche.
Ciel: Habla de una buena vez. ¿A qué te refieres con eso? ¿Por qué supones que mi boda es solo una farsa?
Jeremy: Porque puedo verlo en su mirada, joven amo... usted no ama a esa señorita. No siente nada por ella.
En ese momento, la expresión de Ciel cambió drásticamente a una de sorpresa. Sus ojos se abrieron tanto que parecían dos platos. Y lo que es peor, ni siquiera tuvo la modestia de ocultarlo. Aún así y tratando de corregir su error, decidió reaccionar de inmediato.
Ciel: Cállate. ¿Quién demonios te crees para suponer ese tipo de cosas? ¿Acaso eres adivino o brujo que puedes saber lo que siento?
Jeremy: No. No lo soy...
Ciel: ¡Entonces, deja de decir estupideces y vuelve con los demás!
El hombre se sorprendió tanto por la reacción del joven que no tuvo más remedio que obedecer su orden. O al menos, eso parecía hacer, ya que en lugar de dirigirse a la salida, sus pasos fueron todo lo contrario y se acercaron más y más a Ciel, quien valientemente, esperó desde la distancia a que estuviera cerca para mirarle fijamente.
Cuando finalmente se tuvieron uno en frente del otro, sus miradas tan penetrantes, desafiaban al otro a perder todo su ego, pero ninguno cedió.
Ciel: ¿Tienes algo más que decir, Jeremy?
Jeremy: Así es...
Ciel: Bien, entonces te escucho.
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Solo Mio
RandomEnamorarse, es una hermosa etapa en la vida de cualquier persona, que se disfruta mucho más en la adolescencia. Sin embargo, este no parecía ser el caso para Sebastian Michaelis, un hombre de 27 años, sirviente (Mayordomo) de la mansión Phantomhive...