Capitulo 17

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Esa noche era fría y oscura, mientras varios cuervos graznaban alegremente cerca de su ventana, perturbando su merecido sueño. Sin embargo, su mente estaba llena de pensamientos inquietantes, lejos de ser placenteros.

-¡¡AH!!

El silencio de la noche se vio abruptamente interrumpido por un grito estridente que reverberó por cada rincón de la mansión, despertando y alertando al fiel sirviente más cercano.

Claude: Amo Alois... -Entró súbitamente en su habitación, iluminándose con una vela- ¿Todo está bien? ¿Se encuentra usted bien?

Al ingresar a la amplia habitación, aquel hombre pudo distinguir claramente la agitación del joven de cabellos rubios y ojos celestes que se acurrucaba en una esquina de la cama, pareciendo asustado como un cachorro desamparado.

Alois: ¡Claude! -Exclamó con alegría al ver a su compañero de ojos ámbar- ¡Qué felicidad verte aquí! Acabo de tener un sueño muy extraño y no he podido conciliar el sueño.

Claude: Parece que ha tenido una pesadilla, mi señor. -Respondió de forma neutral- Le recomendaría que vuelva a acostarse y trate de conciliar el sueño nuevamente.

Alois: No puedo hacerlo. Me aterra volver a soñar lo mismo. -Se acercó rápidamente y, de manera infantil, se aferró a las piernas de Claude- Por favor, te suplico que no me abandones.

Por otro lado, Claude se esforzaba como nunca antes por soportar los arrebatos de su joven amo.

Claude: Permaneceré a su lado hasta que vuelva a conciliar el sueño, pero le ruego que mantenga la compostura. -Habló con seriedad mientras arreglaba sus lentes con expresión de fastidio.

Alois: ¿Lo Prometes, Claude? ¿Prometes que estarás conmigo para siempre?

Suspiró.

Claude: Lo prometo. -Respondió de manera seca- Ahora, por favor, recuéstese y trate de dormir nuevamente.

Sin decir una palabra más, el muchacho regresó a su lugar y se arropó cómodamente para intentar conciliar el sueño que le había sido arrebatado por su mente inquieta hace apenas unos minutos. Mientras tanto, era observado por el hombre de lentes que permanecía de pie junto a su cama, sosteniendo la única vela que iluminaba la habitación.

Claude: Tch...

• • •

El azabache se quedó impresionado y confundido, sin poder creer lo que su amado le confesaba.

Sebastián: Entonces, ¿estás diciendo que él estuvo aquí?

Ciel: Exacto... Él vino en tres ocasiones.

Sebastián: ¿Tres veces? -Preguntó asombrado- ¿Y por qué no me lo habías mencionado antes?

Ciel: Es que estaba preocupado por ti. No sabía qué te estaba pasando, parecías muy estresado y si te hubiera dicho esto, solo te hubieras preocupado aún más.

Su respuesta le hizo sonreír, ya que no podía sorprenderle de ningún modo.

Sebastian: Entiendo lo que estás diciendo. ¿Hizo algún comentario o mencionó algo en particular cuando vino?

El joven se tomó un momento para reflexionar, tratando de recordar con precisión lo que había ocurrido.

Ciel: En realidad, cada vez que vino aquí, solo se interesó en encontrarte a ti.

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