Sebastian: Auch. Eso duele. -Se quejó infantilmente.
Ciel: Aún no te he hecho nada. Eres un llorón.
Sebastian: Claro. Como no eres tú quien sufre.
Ciel: Ajá. Ahora cuéntame, ¿Qué es lo que te ha causado esta herida? -Preguntó el joven con gran interés, quien se encargaba de curar las heridas de su pareja.
Sebastian: Como te dije anteriormente, fue culpa de Claude. -Respondió con gesto de dolor mientras sentía la humedad del algodón sobre su herida.
Ciel: Sí, pero, ¿qué palabras le dirigiste o acciones realizaste para provocar esa reacción en él? No creo que te haya atacado solo por diversión.
Sebastian: ¿No crees que estoy mintiendo? -Le preguntó ofendido.
Ciel: Yo no dije eso. Solo digo que debió tener una razón para hacerlo.
En cierta modo, el chico tenía razón al insinuar que algo debió haber hecho algo para provocar la ira y la reacción de su hermano, lo cual lo llevó a decidir confesarle la verdad.
Sebastian: Él estaba saliendo de una tienda y yo solo lo seguí. -Respondió con simpleza- Sentía curiosidad de saber lo que hacía ahí, por eso lo hice.
Ciel: Listo. -Dijo al terminar con su trabajo de enfermero, no sin antes agregar una bandita rosa sobre una de sus héridas- Se ve bien, ¿no lo crees?
Sebastian: Al menos no me duele. -Dijo al tocar suavemente la herida.
Ciel: No deberías continuar provocándolo. Se ve que esta vez, si fue una pelea grave.
Sebastian sonrió, ya que apreciaba que el chico se preocupara por él, incluso en situaciones pequeñas, lo cual le demostraba el afecto que sentía hacia él.
Sebastian: Ahora que me acuerdo, ¿Por qué no aseguraste la puerta anoche? Alguien podría haber entrado fácilmente y hacerte daño. -Le reprochó suavemente.
Ciel: Perdón. Es solo que pensé que regresarías pronto y decidí dejar la puerta sin seguro por si acaso.
Sebastian: No tienes que preocuparte por algo como eso, yo siempre cargo mis llaves, así que no hay necesidad de dejar la puerta sin seguro. -Dijo- No vuelvas a hacerlo. No me perdonaría si alguien te hiciera daño. -Le acarició suavemente su mejilla.
Ciel: Está bien.
Sebastian: Bien. Quieres hacer algo antes de que me vaya.
Ciel: ¿Irte? -Le cuestionó- ¿A donde?
En ese instante, el azabache se percató de que había dejado escapar parte de su verdadera confesión.
Sebastián: Hay una tarea urgente que debo cumplir. -Le dio un beso en la frente- Pero te prometo que regresaré lo más rápido posible para disfrutar el resto del día juntos.
Ciel: Bien... -Respondió, no muy conforme con su respuesta.
Sebastián: Oh, vamos... no me mires así. Te compensaré por esto. -susurró mientras acariciaba suavemente su barbilla- Además, sabes que mis recompensas siempre son gratificantes.
El chico se ruborizó al percibir los delicados besos del hombre en su cuello.
Ciel: No lo sé. Aún sigo enojado por lo de ayer.
Sebastian: Entonces, esta es tu oportunidad de conseguir una doble recompensa. -Susurró seductoramente- Considera todas las opciones, tienes la libertad de elegir lo que desees.
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Solo Mio
RandomEnamorarse, es una hermosa etapa en la vida de cualquier persona, que se disfruta mucho más en la adolescencia. Sin embargo, este no parecía ser el caso para Sebastian Michaelis, un hombre de 27 años, sirviente (Mayordomo) de la mansión Phantomhive...