POV. Ciel
Y así, transcurrió la primera semana. Durante ese tiempo, Sebastian y yo, convivimos de una manera que nunca habíamos hecho. Desde que nos levantamos empezamos con un baño de pareja, Sebastian dice que: "Es para ahorrar agua" Pero yo no le creo. Sigo creyendo que lo hace solo para manosearme y ponerme muy nervioso con su perfecto cuerpo. Bueno, aunque tengo que admitir, también que hay veces en las que suelo no resistirme a la tentación de su cuerpo y de su suave tacto que me entrego a él, incluso en la bañera.
El desayuno es la segunda parte de nuestro día, todo luce delicioso, ya que Sebastian es quien cocina. Reconozco que me gusta comer algo dulce por la mañana y los Hotcakes que prepara, son realmente ¡Deliciosos! No puedo resistirme.
Luego de eso, nos dirigimos a la biblioteca. Al parecer, tenemos algo en común; nos gusta leer después de haber comido algo y es que, nada es más nutritivo que un buen libro.
Durante las tardes, generalmente pasamos el tiempo juntos, viendo un poco de televisión o jugando algún juego de mesa. Algo que nos ayude a reforzar nuestra relación como pareja.
Y las noches, ni qué decir... esas son las mejores. Y sobre los castigos... Debo aceptar que Sebastian es un poco rudo, aunque no me disgusta la manera en que lo es.
El sexo, también hace parte de nuestra rutina del día a día.
Luego de haber cenado, Sebastian siempre obtiene mucha energía y lo único que quiere es estar en la habitación. El único problema es que no quiere solo dormir.
No es pasando una noche, sino todas. Es como si fuera una bestia en celo y yo fuera el único que puede calmar su sed de sadismo y lujuria.
Ahora entiendo, lo mucho que Sebastian se ha estado conteniendo conmigo. De haber seguido en la mansión, ni siquiera hubiera podido disfrutar de la mitad de todo esto. Es por eso, que no me arrepiento en lo absoluto de mi decisión.
Aunque, no todo es color de rosa.
• • •
POV. T/N:
El reloj marcaba las 10:15 a.m. y el "Padre de familia" se alistaba para salir.
Sebastian: Ciel... ¿Viste mi corbata? -Preguntaba al mismo que abotonaba los puños de su camisa.
Ciel: Aquí está. -Dijo, entregándosela- La usaste ayer para atar mis muñecas, ¿Recuerdas?
Sebastian: je, je, je. Sí. Gracias, ¿Podrías ponérmela?
El joven se acercó y tomó el trozo de tela para ponerla alrededor de su cuello y empezar con el nudo. Se mantenía muy concentrado en ello, tanto que ni siquiera notó los ojos del hombre sobre él.
Sebastian: Parecemos una pareja. -Comentó burlesco.
Ciel: ¿Y, Qué? ¿Antes no lo éramos? -Le cuestionó con el mismo tono que este utilizó.
El azabache sonrió ante lo dicho y enroscó sus brazos alrededor de sus pequeñas caderas para apegarlo más a él.
Sebastian: No me refería a eso. Me refería a que todo parece un sueño, ahora.
Ciel: ¿Te parece un sueño?
Sebastian: O me dirás, que tú sí imaginaste que algún día estaríamos así.
El joven pareció meditar por unos momentos, tratando de recordar si así lo hizo.
Ciel: No. -Respondió finalmente, aferrándose cariñosamente al cuello de su amante- Nunca me imaginé que fuéramos a estar juntos y mucho menos con mi padre al acecho.
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Solo Mio
RandomEnamorarse, es una hermosa etapa en la vida de cualquier persona, que se disfruta mucho más en la adolescencia. Sin embargo, este no parecía ser el caso para Sebastian Michaelis, un hombre de 27 años, sirviente (Mayordomo) de la mansión Phantomhive...