Capitulo 19

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Al despertar, el hombre se encontraba sumido en un mar de confusión y letargo. Su mente aún aturdida intentaba descifrar dónde se encontraba, mientras su cuerpo luchaba por deshacerse de la pesadez que lo envolvía. El mareo persistente se hacía presente, confundiéndolo y dificultando aún más su capacidad para comprender la realidad que lo rodeaba. Sus ojos entrecerrados intentaban enfocarse en el entorno, pero todo parecía difuso y desconocido. No reconocía las paredes, las sábanas, ni siquiera los objetos que decoraban la habitación. La perplejidad se aferraba a él, alimentando su desasosiego y sumergiéndolo aún más en un estado de somnolencia sin fin.

Claude: ¿Dónde estoy? ¿Qué fue lo que pasó? -Se preguntaba a sí mismo, aún sin poder ver con claridad- ¿Dónde están mis lentes? No puedo ver nada.

El hombre trataba de encontrar sus lentes con sus manos, ya que sin ellos eran total y complemente inútil. Sin embargo, por más que tanteaba su alrededor, no lograba encontrarlos.

Claude: Maldición.

De repente y casi tomándolo por sorpresa, alguien le brindó la oportunidad de volver a ver con claridad.

Sebastian: Aquí tienes tus lentes. -Dijo, a medida que se los colocaba y la visión de este, se aclaraba- Siempre fuiste una persona despistada, es por eso que siempre llevo un par para ti.

Lamentablemente, la generosidad de Sebastian no fue reconocida y apreciada como se esperaba.

Claude: Quítate. -Lo alejó levemente y con fastidio, desviando su mirada hacia otro lado, tratando de evitar el contacto visual.

Sebastian: Vamos, Claude... Podrías, al menos una vez, dejar de tratarme de esa manera. No soy tu enemigo, sino tu hermano.

Claude: No. -Negó de inmediato con furia en sus palabras- Sabes perfectamente que no eres mi hermano, así que por favor, déjame tranquilo.

Claude se puso de pie de la cama en la que estaba para dirigirse hacia la puerta y marcharse.

Sebastian: Yo no haría eso si fuera tu. -Dijo- No tenemos permitido irnos.

Claude: ¿Ah, sí? ¿Y, quién lo dice? ¿Tú? -Le cuestionó con sarcasmo.

Sin más, el hombre giró la perilla, abrió la puerta y la atravesó sin mirar atrás.

No transcurrieron más de dos minutos antes de que la puerta se abriera nuevamente, revelando a un hombre de estatura media que llevaba consigo el cuerpo del individuo que había salido anteriormente. Con cuidado, lo depositó suavemente en el suelo para evitar hacerle daño.

Tanaka: Dije que no tenían permitido salir de esta habitación. Acaso, ¿no fui lo suficientemente claro, Sebastian? -Expresó con claro disgusto el anciano.

Sebastian: Se lo dije, pero no quiso escucharme.

Tanaka: No volveré a repetirlo. Si los veo fuera de esta habitación, tendré que tomar medidas más severas con ustedes, ¿está claro?

Sebastian: No se preocupe, Tanaka. Me aseguraré de que no ocurra de nuevo. -Respondió, agachando su cabeza con respeto.

Tanaka: Bien.

Sin decir una palabra más, el anciano se giró y salió de la habitación, asegurándose de cerrarla con llave por fuera como medida preventiva, en caso de que ambos decidan unirse en su contra.

Claude: Era Tanaka... -dijo, finalmente rompiendo su parálisis- ¿Por qué no mencionaste que se trataba de Tanaka?

Sebastian: Te advertí que "No teníamos autorización para salir", sin embargo, decidiste pasar por esa puerta. -Recordó sus palabras y su insistencia- Aunque, ¿por qué me sorprende?. Si sigues siendo solo un niño. Y uno muy irrespetuoso.

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