Capitulo 38

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POV. Sebastian

Los días pasaban, al igual que el dolor. No voy a mentir, he empezado a acostumbrarme a la mala conducta de Ciel, aunque no acepto que sea lo correcto. Ciel se niega rotundamente a comer cualquier alimento que haya sido preparado o tocado por mí, por lo que siempre tengo que usar guantes para darle cualquier fruta o snack. A veces él mismo prepara su comida, ya sea su desayuno, almuerzo o cena.

Por otro lado, mi mano ha sanado casi por completo, aunque aún debo cubrir mi herida para que Ciel no se sienta mal. Verlo triste es lo último que quiero.

Me dirijo a su habitación, que por cierto ha sido el cuarto de huéspedes durante las últimas 3 semanas. Ciel se niega a dormir conmigo, pero eso está bien, mientras esté aquí conmigo.

*Toc... toc... toc...

Toqué la puerta tres veces y esperé. Como siempre, no respondió a mi primer llamado, por lo que seguí insistiendo.

Sebastian: Ciel, el desayuno está listo. -Dije, negándome a rendirme fácilmente.

Continuó sin responder, pero pronto el sonido del cerrojo siendo quitado y la puerta siendo abierta me alertaron. Me alegré, finalmente accedería a comer algo hecho por mí.

Él apareció frente a mí y apenas pude contener las ganas de abrazarlo con todas mis fuerzas, pero lo hice. Me controlé.

Sebastian: Traje tu desayuno, por favor, come... -Le extendí la bandeja y esperé a que la aceptara, pero como siempre, eso no ocurrió.

Él miró el contenido con desprecio y luego, me miró con burla.

Ciel: Heh. ¿Crees que realmente comeré esa basura?

Me dolió. Me dolió mucho lo que dijo, pero no tanto como lo que hizo.

Rápidamente, tomó el vaso de zumo de naranja y lo arrojó en mi rostro, empapándome la cara y parte de mi ropa.

Ciel: Que lo disfrutes. -Dijo, volviendo a colocar el vaso en su lugar y yéndose como si nada hubiera pasado.

Fui un tonto.

• • •

"Me cansé de esto. Es suficiente. Esto no puede continuar así".

Fue lo que me dije, así que esa misma tarde hice una llamada y la persona a quien llamé llegó rápidamente al contarle lo sucedido.

Claude: ¿Dónde está? -Preguntó casi al instante en que abrí la puerta.

Sebastian: Está en el cuarto de huéspedes.

Mi hermano se adentró y yo hice lo mismo. Dentro, comenzaría una nueva discusión.

Claude: Maldita sea, Sebastian... ¿Qué demonios tienes en la cabeza? -Me reprochó- ¿Cómo se te ocurre secuestrarlo? ¿Cómo?

Sebastian: Claude, primero necesito que te calmes, solo así podré explicártelo.

Claude: ¿Explicarme, Sebastian? Si sé perfectamente lo que pasa. Mi hermano se ha vuelto loco. -Exclamó- Dime cómo se te ocurre hacer algo así si te dije claramente que no hicieras nada estúpido. Siempre actúas en lugar de pensar en la situación.

Suspiré.

Claude realmente tenía razón, pero no quería ser juzgado sin que me escuchara primero.

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