2 semanas después...
Dos semanas habían pasado desde la tragedia en la mansión Phantomhive. Deshonor, sangre y cinco cuerpos se encontraron dentro de la gran casona. Nadie podía creerlo. Los periódicos, noticieros y curiosos estaban impresionados y ansiosos por saber qué había ocurrido allí.
Sin embargo, no había pistas que condujeran a un resultado concreto, y solo se logró rescatar a un sospechoso de la escena. Quizás era la única persona que podría explicar lo que sucedió en ese lugar.
Sebastian: Finalmente, libre... -Suspiró con alivio mientras salía del hospital.
El hombre sonreía y suspiraba profundo por su tan anhelada libertad, luego de haber sido inculpado de un crimen que no cometió.
Ciel: ¡Sebastian! -Exclamó, sorprendiendo al hombre que acababa de recuperar su libertad.
Sebastian se volvió hacia Ciel, visiblemente sorprendido por la presencia del joven a pocos pasos de distancia.
Cuando se percataron de la presencia mutua, se acercaron lentamente. Aunque la distancia entre el hospital y la calle no era larga, para ellos parecía una eternidad.
Al encontrarse cerca, no pudieron contener las ganas de abrazarse con fuerza y cariño, como si temieran perderse el uno al otro.
Sebastian: Ciel... -Susurró su nombre con ternura mientras besaba su cabeza, su mejilla y sus labios suavemente al apartarlo un poco- ¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que no vinieras. Eres tan terco.
Ciel: Y tú un idiota. -Le respondió entre sollozos- ¿Cómo se te ocurre pedirme algo así? ¡No pude resistirme! ¡No podía soportar la incertidumbre de si estabas bien o no! ¡Por eso vine, por eso estoy aquí!
El joven no pudo contener más su dolor, rompiendo en llanto frente a su prometido y haciéndolo sentir culpable. De pronto, las miradas curiosas de las personas se posaron sobre ellos, haciéndoles conscientes de que estaban llamando demasiado la atención y creando una imagen negativa de Sebastian.
Sebastian: Ciel, por favor, deja de llorar. -Le imploró suavemente mientras tomaba su rostro entre sus manos, intentando calmarlo sin éxito- El guardia nos está mirando, cariño... ¿Por qué no nos sentamos en esa banca? -Propuso, y finalmente el chico accedió.
Ambos se dirigieron a la banca de madera y se sentaron. Pasaron algunos minutos en los que Ciel logró calmarse por completo, visiblemente afectado.
Sebastian: Está bien, Ciel. No estoy enojado. -Le aseguró apoyando la cabeza en su pecho, tratando de reconfortarlo- Me molesta que no me hayas hecho caso, solo quería protegerte de que te vincularan con el asesinato de tu padre. Fui un tonto, perdóname.
Ciel: Deja de decirlo. -Le reprendió- Fui yo quien lo hizo. Yo lo maté.
Sebastian: Ciel... -Tomó sus manos- ¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo pudiste escapar...? No escapaste, ¿verdad? -Preguntó, y el chico negó con la cabeza- Oh, Tanaka... deberías haber sido más estricto.
Ciel: No lo culpes. Fui yo quien le supliqué que lo hiciera. Simplemente no podía soportar la idea de que fueras a prisión por mi error.
Sebastian: ¿Y qué tenías planeado una vez que llegara aquí?
Ciel: ...
Sebastian: ¿Tenías intención de entregarte?
Ciel: No. -Respondió con determinación- No podía hacerlo. Soy un cobarde.
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Solo Mio
RandomEnamorarse, es una hermosa etapa en la vida de cualquier persona, que se disfruta mucho más en la adolescencia. Sin embargo, este no parecía ser el caso para Sebastian Michaelis, un hombre de 27 años, sirviente (Mayordomo) de la mansión Phantomhive...