Capitulo 40

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Luego de lo sucedido durante la tarde, Sebastian se dedicó a mantener su mente ocupada en cualquier otra actividad que pudiera relajarlo, o por lo menos, distraerlo de todo los sucesos espantosos ocurridos durante las últimas dos semanas.

Leer, hacer ejercicio, cocinar y ver televisión son algunas de las pocas cosas que el corto lapso de tiempo del día de hoy le permitió hacer. Finalmente, y casi muerto de cansancio decidió recostarse sobre su cómodo sofá, encendió la televisión y sin ningún sentido comenzó q ver el programa en él.

A simple vista, pareciera que el hombre no esta pasando por un mal momento, pwro en realidad es todo lo contrario. Los pensamientos en su mente, lo aturdían con descabelladas ideas que quizás, pueda llegar a considerar.

"¿Por qué no secuestrarlo?. Ya lo hicimos una vez, y hasta dos veces, podemos hacerla una última".

"Deberiamos llevarlo lejos de aquí, tal vez a un bosque, así nadie nos volverá a separar de él".

"DECIDETE, MALDITO COBARDE"

Este último pensar, provocó un pequeño sobre salto en Sebastian que hizo que se diera cuenta que se había perdido por momento en sí mismo.

Suspiró.

Se sentía triste, al igual que dolido. Realmente, él no quería que todo esto pasara así y lo peor de todo, es que ahora, ya no hay manera de remediar nada.

De repente, y casi sacandolo de su desconcierto, el ruido de una puerta siendo abierta lo alertó, provocando que mirase en su dirección y se sorprendiera con lo visto.

Sebastian: C-ciel...

No podía creer lo que sus ojos veían. Aquel chico que horas antes había amenazado con irse, apareció de repente frente a él, trayendo confusión y mucha duda.

Sebastian: ¿Qué haces todavía aquí? -Preguntó con dureza, tratando de no verse tan afectado por su presencia.

Ciel: Yo... lo siento. -Dijo con timidez- Cuando subiste, entré a la habitación por algo que había olvidado, pero de repente me sentí cansado, por lo que me recosté un rato, pero al parecer me quedé dormido. Lo siento.

Al hombre, esta excusa no le pareció para nada creíble, puesto que el muchacho desde un principio no había traído nada consigo, entonces... ¿qué era lo que podría haber olvidado?

Ciel: Pero, juro que mañana en la mañana me iré. -Agregó de inmediato, logrando recordarle al hombre su verdadero deseo.

Sebastian: Bien. No me importa, puedes quedarte por hoy. -Respondió indiferente, volviendo a prestar atención a su programa de televisión.

Sebastian, trataba con todas sus fuerzas retener cualquier mala intención que tuviera hacia el muchacho. Solo concentrandose en la pantalla frente a él.

Sin embargo, aquel chico parecía estar esperando algo más de parte del mayor, puesto que se quedó parado desde la distancia observándolo con atención.

Sebastian: ¿Tienes algo más que decirme? -Le preguntó, dirigiendo su mirada tosca hacía él.

Ciel: Eh, s-sí... pues, yo... yo lamento tener que decir esto, pero tengo un poco de hambre y quería saber si hay algo de comer. -Respondió, sumamente avergonzado y muy nervioso.

Sebastian permaneció neutral ante la solicitud de Ciel, sin mostrar ninguna emoción, como si fuera un robot.

Sebastian: Tienes suerte. Me he acostumbrado a cocinar para los dos, así que quedó un poco de comida en el microondas, calientala y come. -Dijo, ofreciendo una solución práctica.

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