Capitulo 18

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El hombre había planeado despertarse temprano, antes que su amado, pero la mañana llegó tan rápido e inesperadamente que se quedó dormido. Al despertar, notó que su amado, con quien compartía las sábanas, ya no estaba allí.

Sebastian: ¿Ciel?

Sin perder tiempo, el hombre se vistió rápidamente con ropa apropiada antes de salir en busca de su amado. Descendió las escaleras y fue directamente al primer lugar al que pensó en ir, donde finalmente lo encontró.

Sebastian: Ciel, ¿qué estás haciendo, cariño? -le preguntó con ternura al encontrarlo en la cocina.

Ciel: El desayuno.

Sebastian: ¿Por qué no me despertaste? Podría haberte ayudado. -Rodeó su cuerpo con sus brazos.

Ciel: Lucías muy tranquilo durmiendo, no quería interrumpir tu lindo sueño. -Explicó mientras se dejaba abrazar- Además, quería darte un pequeño gesto.

Sebastian: ¡Gracias! Oh, espera, casi me olvido... -Giró rápidamente al muchacho y lo colocó frente a él, entregándole una hermosa rosa- Feliz cumpleaños.

Ciel recibió la rosa con alegría y expresó su agradecimiento antes de lanzarse hacia Sebastian para abrazarlo.

Después de eso, se sentaron juntos y disfrutaron de las deliciosas tostadas que el chico había preparado, acompañadas de zumo de naranja, tocino y huevos, que resultaron ser bastante buenos.

Sebastian: ¿Quieres hacer algo especial esta noche?. Podemos ir a cualquier lugar que desees. -Preguntó de repente.

Ciel: Creí que habías dicho que no podíamos salir porque sería demasiado peligroso para nosotros. -Respondió.

Sebastian: Podemos hacer una excepción.

El joven reflexionó detenidamente antes de dar una respuesta a la atractiva y fascinante propuesta de su amado.

Ciel: Lo siento, pero no creo que sea una buena idea hacer planes. -Dijo, bebiendo un poco de jugo- Además, acabo de invitar a tu hermano a cenar.

No se pudo determinar si fue por disgusto, sorpresa o miedo, pero aquel hombre accidentalmente dejó caer los cubiertos en su propio plato, causando un gran alboroto. Mientras tanto, Ciel estaba intrigado por su reacción, ya que no comprendía su verdadero significado.

Sebastian: Ciel... -Rápidamente tomó sus manos sobre la mesa- No quiero arruinar tu día, pero estoy seguro de que él no vendrá.

Ciel: Nadie lo sabe. -Dijo- Solo nos queda esperar a la noche para averiguarlo.

El joven estaba tan seguro de que aquel hombre vendría, que el mayor no se atrevía a decirle lo contrario.

Sebastian: Bien.

Continuaron desayunando.

• • •

Podría haber existido una premonición de que aquel día sería el más breve de la historia, ya que en un instante, el atardecer se hizo presente y el hombre de la casa se dispuso a salir.

Ciel: Trata de volver, antes de la cena, ¿entendido?

Sebastian: Sí, lo haré. Solo iré al centro comercial por tu regalo.

Ciel: No se suponía que debías decirmelo.

Sebastian: Bien, estoy listo. Ya me voy.

Ciel: Adiós.

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