Capitulo 3

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El día llegó mucho antes de lo esperado. La habitación del joven Phantomhive estaba tan silenciosa que se podía oír a varios pajarillos anunciar la llegada del amanecer. Mientras las persianas de las ventanas eran corridas por aquel hombre de ojos carmesí, dando paso a la luz del sol.

Varios rayos impactaron en el rostro del menor, logrando despertarlo de su ensoñación.

Sebastian: Es hora de despertar, Bocchan... -espetó, parándose junto a la cama del menor- El día de hoy tiene una agenda muy ocupada, asi que no hay tiempo que perder.

El muchacho, aún adormitado, se levantó dejando al descubierto su dorso desnudo.

Ciel: ¿A qué hora te levantaste? -Le preguntaba al mismo tiempo que restregaba sus ojos.

Sebastian: Muy temprano por la mañana. Para ser precisos, mucho antes que el mismo Tanaka.

Ciel: ¿Tan temprano? A esa hora, ni siquiera el sol se aproxima. -Dijo- Debiste quedarte un poco más a mi lado. Por una vez, quiero despertar a tu lado.

Se escuchaba triste y su rostro no se encargaba de ocultarlo.

Sebastian: Ya hablamos de esto, Ciel. No puedo quedarme contigo hasta el amanecer, cualquiera podría entrar y encontrarnos en el acto. -Decía, al mismo tiempo que se sentaba atrevidamente sobre el colchón y consolaba al muchacho.

Ciel: Pero, así me siento como si solo me utilizaras para el placer... -Agregó- ¡Eso no es justo!

Sebastian: Sabes que no es así -dijo, tomando su rostro con delicadeza y obligándolo a mirarlo- Eres parte de mi ser. Eres mi niño mimado. Mi todo, Ciel.

Esa no era la respuesta que esperaba, por lo que el azulino frunció el ceño un poco insatisfecho.

Sebastián: Ahora tengo que ducharte. Ayer sudaste demasiado -le recordó con picardía.

El niño, por otro lado, no opuso resistencia y simplemente permitió que el hombre lo condujera al baño. En solo unos segundos, ya estaba sumergido dentro de esta, pudiendo sentir cómo su cuerpo se relajaba lentamente.

Ciel: Sebastian, ¿Puedo hacerte una pregunta?.

Sebastian: Adelante.

Ciel: ¿De dónde provienes? Quiero decir, claro que sé que llegaste a la mansión con Tanaka, pero, ¿Y tus padres?

El menor no se había dado cuenta de lo incómodo que podría ser aquel tema para su mayordomo, aun así este, no se negó en responder. Se acercó con el bote de shampoo en mano para depositar un poco en la misma y luego, restregar suavemente los cabellos del muchacho.

Sebastian: Mis padres murieron hace muchos años. Cuando mi hermano y yo, aún éramos niños. -Relató sin demostrar tristeza alguna en su voz- El señor Tanaka fue quién nos encontró vagando por las calles y fue él quién nos ayudó cuando nadie más lo hacía. -Dijo esto último, vertiendo agua sobre la cabeza del muchacho, enjugando su cabello.

Ciel: Ya veo... -Le limitó a decir, sin demostrar lástima por su contrario- ¡Tienes un hermano, lo que significa que yo tengo un cuñado!.

Ante ese razonamiento, una pequeña sonrisa apareció en los labios del contrario.

Ciel: ¿Cómo es él? ¿Cuántos años tiene? ¿Se parece a ti? ¡Quiero que me digas todo! -Exigió entusiasta.

Sebastian: Te lo diré, pero, no ahora. -Dijo- Joven Amo, tiene muchos pendientes el día de hoy y tiene que ocuparse de ellos o se acumularán.

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