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[ Maratón 1/3 ]

Habían pasado el fin de semana y Jin pasó un agradable fin de semana con sus padres, contando con que había recibido una sorpresa que no se esperaba que hizo que su fin de semana fuese mucho mejor.  Ahora había regresado a la casa, Jungkook le estaba contando cómo le había ido en la salida con sus compañeros de trabajo.

— Vaya, por lo que veo fue divertido... Me alegro mucho que por fin te hayas empezado a desenvolver con los demás, Jungkook...  — Comentó Jin con una peculiar sonrisa.

— Sí. Además, he estado pensando algo... Creo que... — Levantó la mirada hacía su amigo — Me le declararé a Gill.

— ¿De verdad te sientes listo para dar ese paso? — Pregunta Jin sorprendido.

— Sí. Hemos salido muchas veces ya, y siento que... A ella le agrada estar conmigo — Cuenta Jungkook y Jin alza las cejas ante la inocencia del menor.

— Kookie, de que a ella le agrade tu compañía a que le gustes, hay mucha diferencia, espero que no te hayas hecho una mala idea... — Le advierte Jin — No me gustaría verte mal de nuevo.

— Tranquilo, estoy casi seguro que esta vez no va a pasar — Dice Jungkook con una leve sonrisa.

— Está bien, sólo te deseo mucha suerte con eso. ¿Cuándo tienes pensado declarártele? 

— Este fin de semana, la invitaré a salir y se lo diré — Comenta Jungkook.

— Deseo que te vaya muy bien, Kookie. De verdad lo mereces... — Dice Jin posando su mano en el hombro del menor.

Jungkook sólo sonrió levemente, mientras pensaba en lo que iba a planear para este fin de semana. Estaba muy ansioso y a la vez asustado, sólo podía imaginar diversos escenarios buenos y a la vez malos, pero prefería quedarse en los buenos, por el bien de su salud mental.

[ ♠ ~ • ~ ♠ ]

— ¿Por qué no me dijiste que Namjoon había vuelto?, Siempre lo haces, Maitte — Le pregunta Jimin algo desanimado a su nana.

— Ay niño, es que no vino a la casa como siempre lo hace, si lo hubiese hecho, te aseguro que te hubiera dicho de inmediato... — Responde la mujer preocupada por el semblante del pelinegro.

— Entonces, llegó directamente al banco, para arruinar la poca paz que había podido conseguir desde que se fue hace tres meses a Venecia por ese proyecto — Habla Jimin mientras comía una de las tortas de queso, mientras que Maitte estaba pendiente de que su madre no viniera — No sabes cómo moría por comer esto, llevo meses sin hacerlo. No tengo como agradecerte todo esto, Maitte.

— No tienes que agradecer nada niño, lo hago porque te aprecio de verdad. Pero igual, te aconsejo que comas rápido y si es posible, empaca el resto para que te las lleves a la oficina, porque la señora podría venir en cualquier momento. Y no me gustaría escuchar como te insulta — Dice la mujer mirando a todos lados.

Jimin asiente y empaca rápidamente algunas tortas más en su maletín y se termina la que estaba comiendo casi de sopetón. Justo en ese momento, llegó su padre a la cocina, mientras le pedía un café bien cargado a Maitte, esta se lo preparó y salió junto con Jimin, quién se despidió de la mujer.

— Hasta que por fin te encuentro en casa — Le dice Jimin mientras ambos tomaban asiento en la sala de estar.

— Esto de aspirar a la presidencia del país es algo que requiere mucho tiempo y dedicación, deberías saberlo... — Responde el hombre bebiendo de su café —  ¿Para qué me buscabas con tanta insistencia?, Tu madre me dijo que venías a cada rato.

Una Fiebre Llamada AMOR • (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora