Una Fiebre Llamada AMOR • (Kookmin)

🖤 21🖤

Los días pasaron tan rápido, así como la recuperación de Jihyo, por fin había llegado el día en el que ella sería dada de alta.

— ¿Puedes caminar? — Pregunta Jimin mientras la miraba levantarse de la camilla.

— Si puedo Jimin, descuida. Maitte, ¿Puedes pasarme la ropa, por favor?, Quiero quitarme esta molesta bata de hospital ya — Responde la chica mientras se dirigía al baño. La mujer mayor le pasa su ropa para que se cambie allí.

No se demoró mucho en salir ya cambiada, estaba muy feliz por dejar el hospital, no es que la hayan atendido mal pero simplemente ya estaba cansada de tanto tiempo allí, extrañaba su casa. Hicieron todo lo pertinente para la salida, luego los tres emprendieron camino hacía la mansión. En todo el camino solo hablaron sobre el proceso de la denuncia que casualmente ya iba bastante avanzado, gracias a la declaración que Ellen brindó a la Fiscalía.

Hablando de Ellen, ella y Jihyo se habían hecho amigas cercanas en todo este tiempo, pues la chica la visitaba con mucha frecuencia y podían durar horas hablando de cualquier cosa, se llevaban de maravilla.

Otra persona con la que había convivido bastante había sido con Jungkook, quién aunque ella no lo conociera, apreciaba mucho que estuviese acompañando a su hermano en casi todo momento.

Ni su cuñado ni sus padres aparecieron por el hospital, pero lo de estos últimos era justificable, pues estaban cumpliendo con sus trabajos en el extranjero, a la vez, juntando fondos para la campaña del señor Park para la presidencia, pero algo que si hicieron fue llamar mucho para saber del estado de su hija.

En cuanto a su cuñado, ella agradeció infinitamente que él no se apareciera por allá, porque sabía que le haría pasar un muy mal rato a su hermano.

— Ah, hogar dulce hogar... — Dice Jihyo al apenas entrar de nuevo a su casa.

"Querrás decir cárcel", Expresó Jimin en su mente.

— ¿Tienes hambre? — Le preguntó Jimin mientras llevaba el bolso para el cuarto de la chica.

— La verdad no, quedé lo suficientemente llena con el almuerzo del hospital — Dice ella también caminando hacía su cuarto, allí abre la ventana y se sienta en la cama — ¿Sabes cuándo volverán mamá y papá?

— ¿Para qué quieres que vuelvan?, ¿Quieres estar esclavizada de nuevo? — Suelta Jimin mientras se sentaba junto a ella.

— No me esclavizan, no sé de qué hablas... 

— Claro que sabes de qué hablo, no sales de aquí casi nunca, te la pasas metida en el estudio tomando las clases personalizadas de la universidad, con mamá al lado derecho con un látigo en la mano, que usa para golpearte si te equivocas en algo. Es un milagro que ya hayas pasado los dieciocho y que aún no te hayan escogido a tu esposo... No tienes que mentir conmigo, si alguien sabe de qué forma se crece en esta cárcel de oro soy yo — Comenta Jimin con voz algo melancólica.

— Según eso... No lo han hecho porque yo no soy la primogénita, pero creo que ya están buscando quién me despose... — Dice Jihyo algo preocupada — Y... Tengo miedo.

— No dejes que hagan eso. No lo permitas, no permitas que te casen — Le dice Jimin mirándola — Tú aún puedes salvarte, aún puedes escapar de esta maldita cárcel. Si te casan, no podrás salir del yugo familiar jamás. Recapacita y date cuenta, no puedes quedarte aquí o te harán lo mismo que me hicieron a mí.

— Jimin, no... No puedo irme, mi enfermedad no me lo permite, no tengo a dónde ir y si lo hago, mamá y papá me matarán... — Dice ella temblando.