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Era un día más de trabajo arduo en el banco, todos funcionaban cómo si fuesen una banda en la que Park era la batuta, pues todo marchaba perfectamente, así cómo al exigente señor Park le gustaba que fuera.

Sin contar el buen humor que tenía el gran jefe, era por dos razones muy importantes, la primera era porque Namjoon casi no paraba en casa, cuando no estaba viajando, estaba por ahí, y siempre llegaba tipo dos o tres de la mañana, así que lo que lo veía era demasiado poco, y la segunda, era que en toda la semana, no había parado de pensar en lo que había pasado con Jeon en la fiesta del sábado pasado.

Él estaba muy tomado, sí, pero todo aquello había quedado grabado en su memoria, cosa que le ha provocado suspiros y sonrisas bobas en estos últimos días. No había tenido la oportunidad de cruzar palabra con Jeon en lo que iba de la semana, sólo lo había visto de lejos, no podía evitar que cada que sus ojos se encontraban con él, no volteasen a ninguna otra parte.

Pero por otra parte, aquello le dolía pues sabía que su hermoso y tímido hombre, al contrario de él, no recordaba absolutamente nada de lo que pasó esa noche. Eso le rompía el corazón.

Por otro lado, Jungkook se encontraba en una situación no muy distinta, no paraba de pensar en aquella situación que había pasado con su jefe el sábado pasado, todo lo que le dijo y las respuestas de este, todo estaba clavado en sus pensamientos, él recordaba todo, absolutamente todo, hasta el descubrimiento que hizo.

Bueno, no fue en sí un descubrimiento, más bien fue una aceptación.

La tan esperada aceptación y solución a la enorme confusión que lo atormentaba.

Estaba enamorado de su jefe. Él sabía que desde que lo conoció, tocó algo dentro suyo y lo cautivó casi de inmediato, por esa razón se ponía más nervioso con él que con los demás, había pasado tanto tiempo tratando de esconder o evadir aquellos sentimientos, pero la noche del sábado simplemente había marcado un antes y un después en su sentir.

Él recordaba todo y sólo sonreía bobamente cada que las escenas de esa noche llegaban a su mente. Pero aquella sonrisa se borraba al recordar el hecho de que el señor Park no recordaba lo mismo que él.

Él quizá y no recordaba nada, debido a lo tomados que estaban.

Había pensado en llamarle o escribirle muchas veces pero siempre terminaba arrepintiéndose antes de hacerlo, debido a que no sabría que decirle.

Jungkook se encontraba en el archivador guardando un par de papeles de forma clasificada, estaba muy concentrado que no se dio ni cuenta de que alguien más había entrado al archivo.

— Jeon — El mencionado brincó del susto que le dio.

— Señor Park, Dios santo me asustó... — Mencionó el menor mientras hacía una leve reverencia — ¿Qué lo trae por aquí?

— Vine a poner estos papeles en la bóveda, ¿Y usted qué está haciendo? — Pregunta Jimin acercándose al contrario, haciendo que a este se le acelerara el corazón.

— Estoy guardando estos papeles en forma clasificatoria — El mayor asiente mientras esté continúa con lo que estaba haciendo bajo la atenta mirada del ojiverde.

Los ojos del menor viajaban entre los papeles y su jefe, tratando de no hacer muy evidente su nerviosismo. Pero su presencia era tan pesada que simplemente no podías ignorarlo y él no podía pasar desapercibido en ningún lugar al que fuera, siempre tendría todas las miradas y toda la atención.

Sus nervios se alborotaron cuándo sintió su brazo siendo agarrado por el mayor, quién se había acercado a él, de la misma forma en la que lo había hecho en la fiesta, mientras recostaba su cabeza en su hombro, mientras seguía mirando lo que el menor hacía.

Una Fiebre Llamada AMOR • (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora