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El trayecto de regreso había sido agradable, ahora todos estaban en Seúl nuevamente, al llegar al aeropuerto, tomaron el mismo autobús que los recogió el día que se fueron, este los dejó en la estación del metro, de allí, cada quién se fue por su lado. 

Jimin llegó a su casa alrededor del medio día, recién guardaba su celular luego de escribirle un mensaje a Jungkook diciéndole que ya había llegado a casa, al cruzar la puerta se encontró a su esposo sentado en la sala, cosa que le sorprendió.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó el pelinegro caminando hasta la habitación, deja la maleta sobre la cama y vuelve a la sala.

— Esta es mi casa también — Respondió este levantándose.

— Eso lo sé, pero es que nunca estás a esta hora en casa — Dijo de nuevo el pelinegro, pero fue sorprendido por una certera y fuerte cachetada que hizo que cayera al suelo.

— Jimin. Necesito que me expliques que significa esto — Dijo Namjoon mientras mostraba un frasco vacío de sus pastillas anticonceptivas.

A Jimin le cambió por completo la expresión, el cuerpo le comenzó a temblar mientras se levantaba del suelo, acariciando su mejilla golpeada.

— No creo que necesites explicación, perfectamente sabes leer — Le respondió Jimin con un tono algo agresivo, a la vez temeroso.

— ¡Me has estado viendo la cara todos estos putos años!, Por esto es que no quedabas embarazado, ¡Tomas anticonceptivos!, te niegas a cumplir con tus deberes de esposo — Jimin suelta una risa cínica que hace que el más alto se enoje aún más.

— ¿De qué deberes me hablas?, Tú tampoco has cumplido con ninguno de los tuyos, así que no sé con qué derecho vienes a reclamarme. Si tomo anticonceptivos es porque lo que menos deseo es tener hijos, ¡Ni estando loco tendría un hijo tuyo!, ¿Oíste, desgraciado? — Le dice Jimin con la sangre hirviendo.

Esto hizo que Namjoon se descontrolara por completo y le diera un puñetazo certero en la nariz al rubio, que lo hizo ir contra la pared y lo hizo sangrar, allí lo agarró fuertemente del cuello.

— ¿Cuántas malditas veces tengo que recordarte quién es el que da las órdenes aquí?, Si te digo que vamos a tener un hijo, vamos a tener un hijo. Talvez en el banco eres el que manda, pero aquí, en este matrimonio, debes obedecer mi voluntad sin rechistar. Esa rebeldía tuya... Solo provocará que termine matándote con mis propias manos... Si quieres que esto mejore y te deje un poco en paz, obedéceme. Dejarás de tomar esas porquerías a partir de hoy — Le dice Namjoon muy cerca a él, apretando su cuello, casi dejándolo sin aire.

—...Mátame de una maldita vez si tan harto estás de mí, porque yo tampoco te soporto, no tienes ni idea de cómo te odio Namjoon... — Le dice Jimin con la voz quebrada y respirando con cierta dificultad — Y aunque acabes conmigo, no dejaré de tomarlas. Si no es con la píldora, encontraré otra forma, hay demasiados métodos de planificación, así que no lograrás nada tirándolas. Así que es mejor que no gastes saliva amenazándome, gran escoria.

Cuando Jimin terminó de hablar, fue soltado por Namjoon y se dejó caer al piso mientras tosía, tratando de recuperar el aire perdido. Estaba esperando lo que seguro vendría, golpes y patadas de parte del más alto, pero eso no pasó... Namjoon simplemente se quedó allí estático, mirándole con un semblante confundido y a su vez, sorprendido, hasta que, sólo agarró su saco y su maletín, saliendo rápidamente de la casa, dando un portazo sumamente fuerte.

Jimin sólo se quedó en el suelo, en dónde rápidamente se quebró a llorar, haciéndose bolita en el suelo de la sala de estar, sacando ese terror que había sentido y a su vez, el dolor que en su corazón seguía habitando. De repente, su teléfono que había caído cerca suyo, comenzó a vibrar, lo agarró y sin ver el nombre contestó.

Una Fiebre Llamada AMOR • (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora