LA ACOSADORA DEL REY DEMONIO [#4]

CAPÍTULO 9

Mily

Solo faltan dos horas para que se cumpla lo que dice en el libro, una explosión de sangre, lo dejaría sin hijos, y al parecer él no puede controlarlo, así que lo dejaría sin miembro y la tía Annie me odiaría para toda la eternidad si la dejo sin nietos, paso mis manos por la cara analizando una y otra vez lo que estoy apunto de hacer y si es lo más correcto y sensato.

No me pude concentrar desde que lo dejé solo, todo el día tuve a las chicas pegadas acosándome y preguntándome porque estoy tan distraída, tanto que duraron una hora para ser exactos tocando mi puerta, gracias al seguro y mis palabras de convencimiento se fueron.

Miro la puerta que está por la mesita de noche y muerdo mi labio inferior.

—¡Ahhh! —pegó un pequeño grito frustrado y tiro una almohada a la pared para luego ponerme de pie.

Ajustó mi pijama de dormir y con valentía atravieso la pequeña puerta.

Mi valentía se opaca cuando veo a Malecay completamente desnudo exponiendo su polla que se encuentra peor que antes, tanta sangre acumulada le da un tono rojo vivo que me hace tragar saliva.

Vamos Mily, tú eres una diosa valiente, cuando intento salir me doy con su mesa de noche haciendo el suficiente ruido como para que se fije en mi.

Termino de salir y cuando estoy de pie delante de él me sobo la cabeza.

—¿Que te trae por aquí? —dice recostando su espalda en el cabecero de la cama.

—Tengo el hechizo Perfecto para eliminar tu sufrimiento —me escanea y suspira sonriendo.

—Creí que me dejarías limpiando la sangre de polla o qué tal vez te decidiste a que te lo entierra hasta que chilles —lo último me toma por sorpresa haciéndome estremecer.

—Cállate —le digo y tomo la corbata del uniforme del instituto que está tirada en el piso y le vendo los ojos.

—¿Y esto para que es? —dice serio.

—Es un poder de Luz... es muy intenso para tus ojos demoniacos, podrías quedar ciego al instante, así que te aguantas.

—Igual siempre tiendes a hacer lo que te da la gana, no me puedo retratar, solo apúrate antes de que de verdad me toque recoger restos de polla.

Cuando me asegure de que ya no viera completamente nada, procedí a desnudarme.

El short de la pijama cae al piso al igual mi blusa de seda.

—¿Te demoras así de tanto?

—Soy una bruja primeriza está claro que me voy a tardar imbécil.

Lo veo colocar sus antebrazos detrás de su cabeza y bufar de la aburrición.

Creo que está más que claro que le he mentido solo para que no me joda la vergüenza, o qué tal vez le he vendado los ojos para que no vea mis expresiones de perra en celo o mi inexperiencia por ser virgen.

O porque simplemente no le quiero ver los ojos rojos que tanto me gustan cuando me lo esté follando, si lo veo caería perdida otra vez, y estaría totalmente jodida.

Abro el único cajón de la mesita de noche y como lo imaginé... vaselina.

Bueno, no es que no esté preparada... ¿si lo necesitaré? Me llevo un dedo allá abajo y compruebo de que no... no lo necesito.

—¿Por qué te tardas tanto? —su voz me asusta así que retiro mi mano y aclaro mi garganta.

—Estoy leyendo el libro que por cierto dejé aquí.