REY RETORCIDO

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Le tomo la mano de mamá con fuerza, no sé hacia donde me llevan porque este no es el camino hacia la casa de mis abuelos y tampoco voy a la casa de mis tíos, lo único que sé es que estoy en el antiguo hogar de mi mamá, vamos directo a una casa que no es tan grande como la nuestra, mi madre me acaricia la cara cuando estamos frente a esa puerta y toca.

Papá me sonríe y yo solo lo miro y giro mi cabeza hacia la puerta cerrada, antes me gustaba esa sonrisa, ahora ya no sé, no entiendo.

Cuando se abre y el primer rostro que veo es el de mi abuela, me relajo, mi mamá comienza a hablar con ella mientras entramos a la casa, mis tíos, mi primo están aquí, no sé dónde estoy pero este lugar tiene a mi familia.

Aprieto el peluche que mi mamá me entregó y me dijo que no era para mi, era para una persona muy especial.

No entendí, pero tampoco pregunté nada al respecto.

—¡Feliz cumpleaños! —dice mi madre con emoción y yo frunzo el entrecejo mirando hacia los lados para saber a quien se lo ha dicho.

—¡Tía Annie! —Un chillido salta en mis oídos y arrugo los ojos por el ruido.

Cuando miro a una niña más pequeña que yo bajándose del regazo de tía Alexandra, sus gritos continuaron hasta que me vieron.

Sus grandes ojos me repasaron y miro el peluche que llevaba en mis manos.

No tengo ni idea de quién sea esta niña.

—Tú eres Malecay —me dice mirándome con curiosidad.

De repente una sonrisa inunda su rostro y me abraza fuerte, explayo los ojos y no entiendo lo que hace aquella niña loca.

—Por fin tendré un amigo —me mira a los ojos, no sé...

Hay algo ahí, ¿porque me mira así?, sus ojos tienen algo, desprende un algo, ella es rara, sigue sonriendo, por mi parte no me muevo de mi sitio y solo digo:

—No.

—¿No? —dice sin entender —, ¿No? —me sacude y me tambaleo —, ¿por qué? Nunca he tenido amigos, no voy al colegio todavía por edad —sus ojos se llenaron de líquido y me zarandeo más.

—¡Mily! —la reprendió una señora.

—Mila, suelta a Malecay —la reprendió un señor.

Ella me suelta y yo le extiendo el peluche de conejo.

—Para ti —digo sin más y ella vuelve a sonreír.

Esa sonrisa, es rara, sus ojos húmedos más esa sonrisa, mi estómago se retorció y no entendía porque sentía ese retorcijón extraño.

Desde ese momento me la pase sentado en el piso observándola, no deja de brincar de un lado a otro llamándome, enseñando su nuevo peluche y hablándome, no sé qué me dice, habla muy rápido.

Cuando nos fuimos la vi hacer una pataleta, mientras lloraba porque no quería que me fuera, yo solo extendí mi mano y me despedí.

Sus ojos se iluminaron entre lágrimas y me devolvió la despedida.

Es rara... quisiera saber que tiene adentro, porque sonríe como lo hace, yo no puedo... no entiendo, que hace... ¿podría encerrarla en mi clóset? ¿Seguirá sonriendo o haciendo esa cosa extraña que hace con la nariz cuando no le presto atención.

Es una niña rara y loca.

—Vamos a que tomes una siesta —dice papá, bajándome cargado.

LA ACOSADORA DEL REY DEMONIO [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora