XI

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Llevaba unos días en casa de Pedri y Fer y la verdad es que estaba como una princesa.

Me movían de un lado a otro, me hacían las curas y se acordaban siempre de que me tomara la medicación.

No los merecía.

También había estado recibiendo muchas llamadas de Lucas.

Las ignoré todas. No quería volver a hablar con él en la vida.

Mi madre también había llamado, pero tampoco le respondí.

Sabía que en el pueblo no iba a ser difícil que se enterase de lo sucedido y en cuanto se enteró me llamó.

Pero yo ya no estaba para sus tonterías.

Debió haberme apoyado desde el principio y al no hacerlo, supe que ya no quería saber nada más de ella tampoco.

Estaba sentada en el sofá en casa de Pedri y viendo un programa malucho en la televisión.

Cuando la puerta se abrió.

Pensé que era Pedri, así que saludé en voz alta sin apartar la mirada de la tele.

Pero un grito femenino me hizo apartar la vista para mirar en la dirección de donde venía el grito.

Una mujer no muy mayor me miraba desde la puerta del salón.

Y entonces la que se quedó en shock fui yo.

Me incorporé un poco en el salón cerrando los ojos debido a la herida.

– ¿Quién eres?– preguntó.

– Soy Jade, mucho gusto ¿y usted?

– ¿Por qué estás en casa de mis hijos?

Abrí los ojos como platos y casi me atraganto tras aquella pregunta.

La puerta de la casa volvió a abrirse y esta vez escuché una voz conocida.

Pedri.

– Mamá, ¿qué tal? Que alegría tenerte aquí.– dijo él abrazándola y observándome a mí después.

Su madre correspondió su abrazo un tanto sorprendida todavía.

– Mamá, ella es Jade, una amiga.– me miró.– Jade, ella es Rosy, mi madre.

La saludé desde donde estaba ya que no podía moverme.

– Está en casa porque se hizo una herida algo fea y necesitaba ayuda.

Su madre asintió y entonces vino hasta mí.

– ¿Puedo ver la herida?

Asentí. Total, tenía que hacerme la cura.

Aparté la manta de mis piernas y giré la pierna un poco para que viera el vendaje.

Y entonces hablé un poco cohibida por lo que iba a decirle.

– Su hijo tiene que cambiármela.

Pedri llegó hasta mí con el maletín y yo para no quitarme los pantalones delante de su madre, los subí todo lo que pude.

Pedri retiró el vendaje y su madre se tapó la boca al verla.

– Dios mío hija, ¿cómo te has hecho eso?

Iba a mentirle, pero su hijo se me adelantó.

– Su novio la tiró por las escaleras y se clavó un cristal.

Rosy nos miró boquiabierta y miró a Pedri.

– Quita, ya la curo yo, que seguro que sois muy torpes.

Pedri la miró abriendo la boca y se apartó.

Su madre limpió y curó la herida y volvió a taparla con una venda nueva.

– ¿Fer sabe que está aquí?

– Y tanto que lo sabe. La tiene en un pedestal.

Rosy sonrió y me miró.

– ¿Has comido algo tesoro?

Negué.

– Voy a preparar tortilla de patatas ¿te gusta?

– Sí. Gracias.

– No las des hija.– dijo para desaparecer por la puerta de la cocina.

Pedri se sentó a mi lado y tras mirar la puerta de la cocina me dio un beso rápido que me dejó mareada.

– ¿Estás bien?– dijo mirándome.

Asentí y sonreí un poco.

– Aunque quiero volver a andar un poco.

Pedri me sujetó por los brazos, me levantó y me agarró.

– Anda, si te duele vuelvo a llevarte al sofá.

Apoyé la pierna y empecé a andar mientras sentía el roce del vendaje chocar contra mi otro muslo.

Joder como dolía.

Supo lo que estaba pasando y me cogió como a una princesa y me llevó con él a la cocina.

Su madre estaba batiendo los huevos y nos miró sonriendo.

Pedri me dejó sentada y ayudó a su madre a preparar la cena.

Yo los observaba sonriendo.

Era admirable la buena relación que tenían.

Se bordeaban el uno al otro, y se abrazaban. Mucho.

Entonces sentí un pinchacito

Echaba de menos hablar con mi madre.

Fer llegó un poco después y tras besar mi cabeza, cosa que a su madre no le pasó desapercibido, se preparó para ayudarles.

Cuando la cena estuvo lista, Fer me cogió en brazos a lo que Pedri le miró mal.

Fer me llevó hasta el sofá y me arropó.

Vi a Pedri llegar con las cosas que necesitábamos y sentarse a mi lado.

Fer se sentó al lado de su madre y entonces empezamos a cenar con bastante tranquilidad.

Rosy era encantadora.

Aunque me había atiborrado a tortilla diciendo que tenía mala cara y que debía comer.

Pedri le dijo que no me atosigara, aunque era adorable ver a Rosy echarme más comida en el plato.

Me tomé la pastilla y después de aquello le pedí a Fer que me llevase a dormir.

Me llevó hasta la cama de Pedri y me acurruqué quedándome dormida.

Narra Pedri

Cuando bajé al salón después de darme una ducha vi que Jade no estaba y vi a Fer bajar las escaleras.

Mamá nos miraba a ambos y supe que quería respuestas de todo.

E iba a dárselas.

Entonces me senté a su lado y le conté desde el principio la historia.

Cuando acabé me miró y agarró una de mis manos.

– Me gusta mucho para ti cariño. ¿Vais a darme nietos pronto?

La miré sorprendido mientras Fer se reía sin parar.

– Mamá, es pronto, acaba de salir de su relación con ese ex y quiero darle espacio y que se sienta cómoda.

– Me alegro cariño mío. Debo pillar un vuelo, tened cuidado y comed bien, que mirad la carita que tenía la niña.

Yo asentí y tras despedirnos de ella entre besos y abrazos subí corriendo a la cama.

La vi dormida, con el pelo desparramado por toda la cama y me acerqué.

Me tumbé a su lado sintiendo el olor de su colonia.

La atraje hacia mí y me abracé a ella, quedándome dormido al instante.

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Suegra conoce a nuera je je.

Poco se habla de como la cuidan 🥹

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora