XLIV

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Me miré en el espejo de la habitación de Sira y cogí aire.

– Venga Jade, o a este paso te casas antes de celebrar la despedida de soltera.– dijo Sira terminando de ponerse unos pendientes.

Solté un suspiro y me puse un top y una falda.

Llevaba unos días sin ver a mi chico porque querían hacernos sufrir un poco.

Y lo estaban consiguiendo.

Necesitaba mi dosis de felicidad diaria.

Siendo sincera el tiempo había volado.

Me casaba mañana.

Había acabado hablando con mi madre para hacerle saber que podía ir a la boda, pero no la quería a simple vista.

Ella pareció estar de acuerdo conmigo y lo aceptó sin problemas.

Cuando Sira y yo salimos de casa tras varias copas de champán.

Habíamos reservado en un pub al que solíamos ir.

Le había dicho a Sira que no quería irme de fiesta extrema, pero con estar sentadas, tranquilas y tomando algo era feliz, y ella como buena amiga, respetó mi decisión.

Estábamos sentadas tan tranquilas cuando un grupo de chicos se acercaron a nosotras.

Estuvimos hablando con ellos la mar de tranquilos, hasta que se nos hizo tarde. Mucho.

Llegamos a casa de Sira riéndonos en voz bajita.

– Dios.– solté cuando me tiré en la cama.– Mañana me caso.

– Técnicamente te casas dentro de 6 horas.– dijo ella mirándome.

– No me pongas nerviosa, por favor.

– Escúchame, Pedri está deseando casarse contigo, así que no empecemos con esas inseguridades, ¿de acuerdo?

Me reí y la miré sonriendo.

– Vale vale

Sira se abrazó a mí y entonces cerró los ojos quedándose dormida al instante.

Yo sonreí mirándola e intenté conciliar el sueño.
Al principio me costó, pero después de un rato, conseguí cerrar los ojos y quedarme dormida al instante.

Mi alarma sonó y la apagué dándome un susto de muerte.

Sira se removió en la cama y después se sentó.

– Recuérdame por que tengo que levantarme temprano.

– Porque tus amigos se casan.– dije yo levantándome de la cama y yendo a la ducha.

Cuando salí vi a Sira entrar con el vestido y después me miró sonriendo.

– Los peluqueros y las maquilladoras estarán aquí de un momento a otro, así que ¿café?

– En vena, por favor y gracias.

Sira soltó una risita y bajó a la cocina para preparar los cafés.

Cuando subió venía acompañada, así que me sentaron en una silla y empezaron con la sesión de peluquería y maquillaje.

Sira había estado yendo y viniendo a la cocina para hacerme cafés.

– Ya no más café, no quiero que lo vomites en la entrada de la Iglesia.

– Pasa eso, y me muero.– admití.

– Pues estate tranquila, estás guapísima y todo va a salir genial.– dijo una de las peluqueras.

Se lo agradecí y después de arreglarme, me levanté para que empezaran con Sira.

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora