XLI

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Las cosas iban más rápido de lo que me esperaba y sinceramente no me daba tiempo a asimilarlo.

La mudanza había sido sencilla y Fer dice que iba a montar una fiesta porque perdía de vista a su hermano.

Vivir a solas con Pedri era algo normal, porque ya vivíamos juntos, así que no supuso un cambio enorme.

Sira venía a verme de vez en cuando y me hacía compañía cuando los chicos se iban a jugar a otra ciudad.

Pedri se había ido esta mañana a Girona y yo estaba sentada en el sofá, demasiado aburrida.

Aunque Sira pareció leerme la mente, porque a los segundos se presentó en casa.

– Estás más tiempo en mi casa que en la tuya.– dije dejándola pasar con una sonrisa.

– Es que me encanta tu casa.

Me eché a reír y fuimos al jardín con unas tazas de té.

– ¿Cuándo vais a casaros?

Escupí el té y la miré abriendo los ojos.

– ¿Qué? Es una pregunta.– murmuró.

– No sé si quiero casarme.– admití.– No soportaría saber que un día puede que Pedri haya dejado de quererme.

– Jade, eres muy tonta. ¿No le ves? Va de esquina en esquina hablando de ti, lo tienes loquito tía.

– Ya, pero a veces la magia se apaga, Sira.

– Solo se apaga si os aferráis a la rutina, si no habláis las cosas que os duelen y sobretodo si ambas partes se cansan.

La miré y solté un suspiro mirando el agua de la piscina, inmóvil.

– Pedri es muy abierto con todo el mundo, y yo soy reservada.

– ¿Y? El que tiene que quererte es él, no los demás, y que yo sepa, su familia te adora.

– Parezco su madre.– dije mirándola.

– Porque habéis vivido y habéis pasado por cosas diferentes, tú has presenciado como la relación de tus padres moría y él sin embargo se ha criado con mucho amor.

Miré el té intentando no llorar.

– Tú no eres tu madre, Jade, y él tampoco es tu padre.

– Lo sé.

– Quizás te da miedo soltarte demasiado con él y que se aleje, pero créeme que no va a hacerlo.

– Me da miedo que se aburra de mí.– confesé mirándola.

– No va a aburrirse, Jade.

– Eso no lo sabe nadie.

Ella soltó un suspiro y juro que vi que quería matarme.

– Ábrete con él, Jade.

– Si viene esta noche, lo haré, te lo prometo.

– Eso es.– dijo sonriendo.

Sonreí y chocamos las tazas.

Sira se fue y un rato más tarde empezó a llover.

Puse la televisión mientras hacía unos resúmenes de la Universidad.

Los chicos acababan de empezar el partido y sonreí viéndole irse con el balón y hacer un pase.

El partido acabó bastante tarde y me comí una barrita de chocolate mientras terminaba los resúmenes.

La lluvia se había intensificado por momentos y me levanté para asomarme al jardín.

El agua inquieta de la piscina ahora era movida con fuerza gracias a las gotas que caían en esta.

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora