XXIV

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Pedri tenía que viajar porque tenían un partido y me había pedido que fuese con él.

Su hermano había insistido también en que fuese y acepté después de mucha insistencia.

Estaba cerrando la maleta cuando escuché a Pedri reír.

– ¿Estás echándote unos guantes con la maleta? ¿Quién va ganando?

– Muy gracioso Pedrito.

– Vuelve a llamarme Pedrito y entonces si que va a haber guantes.– dijo señalándome con el dedo.

Yo me reí y seguí con mi misión de cerrar la maleta.
Pedri se acercó y entonces con su ayuda conseguí cerrarla.

– ¿Qué harías sin mí?– soltó en tono egocéntrico.

– No hacer maletas.– respondí sonriendo.

Él me miró sonriendo y después me abrazó por detrás mientras andábamos.

– ¿Soy yo o de repente me he mudado a la Antártida y estoy viendo pingüinos?– dijo Fer mientras salía por la puerta de su habitación.

– Los dos hermanos estáis de buen humor hoy ¿eh?– dije riendo.

Ellos se miraron riendo y bajamos las escaleras para preparar la comida.

Y como de costumbre me tuvieron de un lado a otro por la cocina con 500 cosas en las manos.

– Jade, eres la mejor pinche que he tenido en la vida.– dijo Fer dándome un bote de especias.

– Es la única que has tenido.– dijo Pedri riendo.

– Cállate o no comes.– amenazó Fer.

– Bueno, siempre puedo comérmela a ella.– dijo este riendo.

– ¡PEDRI!– solté mirándolo.

– Voy a hacer que no acabo de escuchar eso.– dijo Fer riendo.

Ambos se miraron y después me miraron mientras yo me ponía roja.

– Ya tenemos el tomate listo.– bromeó Pedri.

Yo le pellizqué en el brazo y él rió mientras me abrazaba.

– Cuanto amor, que asco dais.– soltó Fer.

– Ven Fer, hay amor de sobra para ti.– dije abriendo los brazos.

Pedri me bajó los brazos y yo lo miré.

– Que se busque novia, pero tú...– dijo dándome un beso.– Pa' mí.

Yo le sonreí y besé su espalda.

Fer se reía con tremenda escenita.

Cuando la comida estuvo lista nos sentamos y comimos mientras Fer ayudaba a Pedri a repasar las cosas que tenía que meter en la maleta.

Los miré a ambos sonriendo. Admiraba lo mucho que se querían y lo bien que se llevaban.

Cuando terminamos, Pedri y yo fuimos a por las cosas y nos montamos en su coche.

Jugaban en Madrid, así que cuando llegamos al aeropuerto nos montamos en el avión y me quedé dormida hasta que me despertaron diciéndome que ya estábamos.

Respiré el aire de Madrid de nuevo.

– Bienvenido al sitio de chicas guapas.– dije recordando aquella frase de Pedri.

– No está mal. Pero solo me gusta una madrileña en especial.– dijo Pedri sonriéndome.

Los chicos se dirigían al bus que iba a llevarles al hotel, mientras que Pedri y yo nos montamos en el coche de mi padre, que había venido a buscarnos.

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora