Pedri estaba últimamente de lo más raro.
Llegaba a casa, se cambiaba y se iba de nuevo. Suponía que iba a casa de Gavi a jugar a la play o puede que a visitar a su hermano. No lo sé.
Ese día llegó mientras yo estaba tumbada en el sofá viendo un documental malo de la 1.
Llegó hasta mí, me dio un beso en la mejilla y se fue hacia arriba.
Solté un suspiro y fui hasta el baño.
Cuando llegué estaba semidesnudo y al verme entrar me miró.
– ¿Se puedes saber dónde estás desde hace 2 semanas?
– ¿Donde estoy?
– Llegas, te duchas y te piras hasta las tantas. ¿Vas a casa de Gavi?
– No.
– Pues vas a la de Fer, porque entonces no lo entiendo.
– Jade, no hay misterios, voy a pasear.
– ¿A pasear desde las 8 de la tarde hasta las 12 de la noche?– solté sorprendida.
– Sí.
– Ya.– dije saliendo del baño.
Estaba cabreada, porque sabía perfectamente que me estaba mintiendo, y no entendía porque lo hacía.
Un rato después salió vestido y se apoyó en la puerta de la habitación.
– Vístete.– ordenó.
– ¿Eh?– dije mirándole.
– Vístete. Ya. Ahora.
Tragué saliva y cogí ropa para cambiarme.
Después salimos y nos montamos en su coche.
– ¿Dónde me llevas?
– Ya lo verás.
Llegamos a un descampado desde el que se podía ver toda la ciudad.
Abrí los ojos y salí pitando del coche para asomarme mientras el frío me golpeaba en la cara.
Sentí que alguien me tapaba con una chaqueta y sonreí.
Pedri se puso a mi lado y entonces formulé la pregunta que más miedo me daba.
– ¿Estás viendo a otra?
Sentí su mirada de reojo y entonces soltó un bufido acompañado de una sonrisa.
– ¿En serio Jade?
– ¿Qué? Es probable, no serías el primero.
– No Jade, no me estoy tirando a otra, porque la única a la que mis ojos miran es a ti.
Lo miré sonriendo.
– Odio que seas tan insegura por culpa de ese capullo.
– Lo sé.
Entonces se giró y agarró mis manos y las acarició suavemente.
– Jade, te quiero ¿vale? Y sé que estás deseando saber porque he estado desaparecido estas últimas semanas, así que sígueme.
Me agarró la mano y entonces empezamos a andar por un caminito de hierba.
Llegamos hasta una casa, preciosa.
Sonreí mirándola y después lo miré.
– Lo mejor está detrás de la casa.– informó mientras dábamos la vuelta a la casa.
Desde allí podías ver muchos farolillos y velitas.
Las luces de la ciudad se veían preciosas.
– Jade, te quiero y eres lo mejor que me ha pasado en la vida, sinceramente ya no puedo imaginarme un día sin levantarme y ver tu cara de dormida o escuchar tus ronquidos cuando vas borracha. He tomado buenas decisiones en mi vida, pero el día que entré en la taberna de mis padres, te vi comiéndote mis croquetas y te pregunté si estaban ricas fue la mejor decisión que he tomado en la vida. Sé que lo has pasado mal con aquel imbécil y me arrepiento por no haber podido conocerte antes. Aunque, tenemos toda la vida por delante ¿no?
Lo miré frunciendo el ceño y entonces dio un paso hacia atrás alejándose de mí, se arrodilló y sentí que me subía todo.
– Jade, ¿quieres casarte conmigo y ser la que me cocine croquetas y me cuide toda la vida?
Me eché a llorar como una niña pequeña y entonces asentí varias veces.
Me colocó el anillo y entonces se incorporó para besarme.
Entonces se escuchó una puerta abrirse y millones de aplausos.
– ¡VIVA EL AMOR HOSTIA!– gritó Ansu aplaudiendo.
– Que bonitoooo.– dijo Eric riendo.
Vi a Sira llegar hasta mí y envolverme en un abrazo.
– ¿Lo sabías?– pregunté mirándola.
Ella asintió y entonces le di en el brazo flojito.
– Que conste que no sé como le aguantas, yo soy más guapo.– dijo Gavi acercándose a mí, dándome un abrazo y llevándose una colleja de parte de Pedri.
– Os odio a todos.– admití mientras me limpiaba las lágrimas.
– Nosotros también te queremos.– dijo Sira sonriendo.
Entramos en la casa mientras los chicos se burlaban de Pedri.
– No veas, has metido gol ¿eh?– dijo Ansu dándole en el hombro.
– Que gracioso.– respondió Pedri riendo.
Me acerqué para mirarles y abracé a Pedri por la cintura.
– Dejad a mi prometido en paz.– amenacé sonriendo.
– Calma fiera.– dijo Balde sonriendo.
Adoraba a estos chicos, eran demasiado chistosos y no había momento en el que no se hicieran bromas los unos a los otros.
Sira llegó hasta mí y me arrastró al sofá para darme unas revistas.
– Mira esos vestidos.– murmuró señalando algunos vestidos de novia.
Sonreí.
Sabía que Sira iba a estar mucho tiempo acompañándome estos días, y lo agradecí, porque la verdad es que no contaba con una relación buena con mi madre como para que ella me ayudara.
No hablamos desde que vino aquel día a casa de los chicos, me abofeteó y Pedri la echó de casa.
Cuando se hizo tarde, volvimos al coche, nos abrochamos el cinturón y entonces pusimos rumbo a casa.
Pedri conducía sonriente y yo acaricié su nuca con una sonrisa.
Cuando llegamos bajé del coche y abrí la puerta de casa.
– ¿Te ha gustado mi sorpresa?
Sonreí y me giré mirándole.
– Anda que pensarte que te ponía los cuernos.– dijo riendo.
Le pegué en el brazo y me abrazó por la cintura.
– Solo hay una madrileña que me gusta, amor.
Me reí y le acaricié la cara.
– Jade, te amo.
– Te amo.– dije sonriendo.
Después nos pusimos el pijama y nos quedamos en la habitación viendo una película.
Hasta que se aburrió y le pareció más interesante hacerme cosquillas.
Después nos tumbamos en la cama y agarró mi mano para mirar el anillo mientras sonreía.
Yo lo miré sonriendo y en silencio.
– Te sienta bien el anillo de compromiso, preciosa.
– Me sienta bien todo.– bromeé.
– También es verdad.– dijo mirándome y sonriendo.
Después empezó a darme besos por toda la cara y supe que esto era lo que necesitaba para toda la vida.
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Que monísimos que son 🥹❤️
Os veo en los siguientes 🫶🏻
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𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | Pedri
Teen FictionCuando Jade vuela con Lucas, su maravilloso y perfecto novio a Canarias de vacaciones, era para solucionar algunas de las lagunas que tenían como pareja. Lo que ella no sabía es que iba a cruzarse con alguien que que le iba a hacer cuestionarse si...