XLII

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Pedri estaba últimamente de lo más raro.

Llegaba a casa, se cambiaba y se iba de nuevo. Suponía que iba a casa de Gavi a jugar a la play o puede que a visitar a su hermano. No lo sé.

Ese día llegó mientras yo estaba tumbada en el sofá viendo un documental malo de la 1.

Llegó hasta mí, me dio un beso en la mejilla y se fue hacia arriba.

Solté un suspiro y fui hasta el baño.

Cuando llegué estaba semidesnudo y al verme entrar me miró.

– ¿Se puedes saber dónde estás desde hace 2 semanas?

– ¿Donde estoy?

– Llegas, te duchas y te piras hasta las tantas. ¿Vas a casa de Gavi?

– No.

– Pues vas a la de Fer, porque entonces no lo entiendo.

– Jade, no hay misterios, voy a pasear.

– ¿A pasear desde las 8 de la tarde hasta las 12 de la noche?– solté sorprendida.

– Sí.

– Ya.– dije saliendo del baño.

Estaba cabreada, porque sabía perfectamente que me estaba mintiendo, y no entendía porque lo hacía.

Un rato después salió vestido y se apoyó en la puerta de la habitación.

– Vístete.– ordenó.

– ¿Eh?– dije mirándole.

– Vístete. Ya. Ahora.

Tragué saliva y cogí ropa para cambiarme.

Después salimos y nos montamos en su coche.

– ¿Dónde me llevas?

– Ya lo verás.

Llegamos a un descampado desde el que se podía ver toda la ciudad.

Abrí los ojos y salí pitando del coche para asomarme mientras el frío me golpeaba en la cara.

Sentí que alguien me tapaba con una chaqueta y sonreí.

Pedri se puso a mi lado y entonces formulé la pregunta que más miedo me daba.

– ¿Estás viendo a otra?

Sentí su mirada de reojo y entonces soltó un bufido acompañado de una sonrisa.

– ¿En serio Jade?

– ¿Qué? Es probable, no serías el primero.

– No Jade, no me estoy tirando a otra, porque la única a la que mis ojos miran es a ti.

Lo miré sonriendo.

– Odio que seas tan insegura por culpa de ese capullo.

– Lo sé.

Entonces se giró y agarró mis manos y las acarició suavemente.

– Jade, te quiero ¿vale? Y sé que estás deseando saber porque he estado desaparecido estas últimas semanas, así que sígueme.

Me agarró la mano y entonces empezamos a andar por un caminito de hierba.

Llegamos hasta una casa, preciosa.

Sonreí mirándola y después lo miré.

– Lo mejor está detrás de la casa.– informó mientras dábamos la vuelta a la casa.

Desde allí podías ver muchos farolillos y velitas.

Las luces de la ciudad se veían preciosas.

– Jade, te quiero y eres lo mejor que me ha pasado en la vida, sinceramente ya no puedo imaginarme un día sin levantarme y ver tu cara de dormida o escuchar tus ronquidos cuando vas borracha. He tomado buenas decisiones en mi vida, pero el día que entré en la taberna de mis padres, te vi comiéndote mis croquetas y te pregunté si estaban ricas fue la mejor decisión que he tomado en la vida. Sé que lo has pasado mal con aquel imbécil y me arrepiento por no haber podido conocerte antes. Aunque, tenemos toda la vida por delante ¿no?

Lo miré frunciendo el ceño y entonces dio un paso hacia atrás alejándose de mí, se arrodilló y sentí que me subía todo.

– Jade, ¿quieres casarte conmigo y ser la que me cocine croquetas y me cuide toda la vida?

Me eché a llorar como una niña pequeña y entonces asentí varias veces.

Me colocó el anillo y entonces se incorporó para besarme.

Entonces se escuchó una puerta abrirse y millones de aplausos.

– ¡VIVA EL AMOR HOSTIA!– gritó Ansu aplaudiendo.

– Que bonitoooo.– dijo Eric riendo.

Vi a Sira llegar hasta mí y envolverme en un abrazo.

– ¿Lo sabías?– pregunté mirándola.

Ella asintió y entonces le di en el brazo flojito.

– Que conste que no sé como le aguantas, yo soy más guapo.– dijo Gavi acercándose a mí, dándome un abrazo y llevándose una colleja de parte de Pedri.

– Os odio a todos.– admití mientras me limpiaba las lágrimas.

– Nosotros también te queremos.– dijo Sira sonriendo.

Entramos en la casa mientras los chicos se burlaban de Pedri.

– No veas, has metido gol ¿eh?– dijo Ansu dándole en el hombro.

– Que gracioso.– respondió Pedri riendo.

Me acerqué para mirarles y abracé a Pedri por la cintura.

– Dejad a mi prometido en paz.– amenacé sonriendo.

– Calma fiera.– dijo Balde sonriendo.

Adoraba a estos chicos, eran demasiado chistosos y no había momento en el que no se hicieran bromas los unos a los otros.

Sira llegó hasta mí y me arrastró al sofá para darme unas revistas.

– Mira esos vestidos.– murmuró señalando algunos vestidos de novia.

Sonreí.

Sabía que Sira iba a estar mucho tiempo acompañándome estos días, y lo agradecí, porque la verdad es que no contaba con una relación buena con mi madre como para que ella me ayudara.

No hablamos desde que vino aquel día a casa de los chicos, me abofeteó y Pedri la echó de casa.

Cuando se hizo tarde, volvimos al coche, nos abrochamos el cinturón y entonces pusimos rumbo a casa.

Pedri conducía sonriente y yo acaricié su nuca con una sonrisa.

Cuando llegamos bajé del coche y abrí la puerta de casa.

– ¿Te ha gustado mi sorpresa?

Sonreí y me giré mirándole.

– Anda que pensarte que te ponía los cuernos.– dijo riendo.

Le pegué en el brazo y me abrazó por la cintura.

– Solo hay una madrileña que me gusta, amor.

Me reí y le acaricié la cara.

– Jade, te amo.

– Te amo.– dije sonriendo.

Después nos pusimos el pijama y nos quedamos en la habitación viendo una película.

Hasta que se aburrió y le pareció más interesante hacerme cosquillas.

Después nos tumbamos en la cama y agarró mi mano para mirar el anillo mientras sonreía.

Yo lo miré sonriendo y en silencio.

– Te sienta bien el anillo de compromiso, preciosa.

– Me sienta bien todo.– bromeé.

– También es verdad.– dijo mirándome y sonriendo.

Después empezó a darme besos por toda la cara y supe que esto era lo que necesitaba para toda la vida.

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Que monísimos que son 🥹❤️

Os veo en los siguientes 🫶🏻

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora