XXXIII

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Me levanté con un dolor de cabeza inmortal, me apunté mentalmente no volver a beber vino hasta las tantas de la madrugada.

Sira se acercó mirándome adormilada pero con una sonrisa en la cara.

– Arriba las manos de las que están muertas en vida.– dijo levantando las manos.

La imité riendo y me sobé la cabeza.

Después de estar media hora mirando a la nada, me levanté y me fui a intentar adecentar mi cara.

Al bajar los chicos ya estaban desayunando.

Me senté en un asiento libre al lado de Pedri.

– Te veo... resacosa.– dijo mirándome con una sonrisita en la cara.

– Ni me lo recuerdes, he aborrecido el vino.

Se echó a reír y me abrazó de lado en su silla.

Apoyé la cabeza en su hombro y cerré los ojos.

Al rato me acarició la cara y abrí los ojos.

– Jade, come algo y tómate una pastilla.

Solté un bufido, me daba pereza hasta abrir los ojos.

Debió leer mis pensamientos porque acercó la tostada a mi boca y la abrí para darle un mordisco.

– Que mimada.– bromeó mientras me limpiaba la boca con una servilleta.

Le sonreí.

Después de ayudarme a comer, se levantó y me trajo una pastilla para que pudiera tomármela.

– ¿Y Fer?– pregunté.

– Estoy aquí.– dijo Fer, que estaba en frente.

– Tanto Fer, tanto Fer, voy a tener que ponerme celoso ¿eh?– dijo Pedri mirándome.

– Es lo que tiene ser el más guapo de los dos.– rebatió Fer tocándose la cara.

Pedri le tiró una bolita de papel y su hermano le respondió de la misma manera.

Yo me tapé la cara y dejé que se lanzaran cosas. Normalmente solía poner calma, pero ese día no me calmaba ni yo misma.

Cuando todos terminaron de desayunar me permití irme con los dos hermanos a su habitación y me tumbé en la cama de Pedri.

Pedri se tumbó a mi lado y acarició mi cabeza mientras me miraba.

Sonreí la mar de tranquila y contenta.

Me quedé dormida sin quererlo y cuando me desperté estaba sola en la habitación.

Me giré encontrándome un papelito con la letra de Pedri.

"Estamos en la piscina, ven hasta mí princesa"

Sonreí y salí de la habitación para entrar en la mía.

Me puse un bikini y un vestido suelto por encima y tras coger mi bolso de la piscina bajé corriendo.

Cuando entré vi a los chicos dentro de la piscina.

– La princesa ha despertado.– dijo Balde riendo.

Le sonreí y saqué la crema de sol.

Pedri salió del agua y se acercó a mí.

– ¿Cómo estás?

– Mucho mejor Pepi, gracias.

Me quité el vestido y lo dejé en una de las hamacas.

– ¿Te ayudo con la crema?– preguntó Pedri.

Asentí y mientras yo me esparcía por la parte de delante, él se encargaba de la de detrás.

Cuando bajó por mis piernas esparciendo la crema sentí sus labios sobre mi culo.

Reí en voz baja y después sus manos se apoyaron en mis hombros.

– Gírate.– ordenó.

Le hice caso y me giré para mirarle a los ojos.

Se echó crema en la yema de los dedos y después los pasó por mi cara.

– Cielo, voy a parecer Olaf.– dije riendo.

– Pues un Olaf protegido y bien guapo.– contestó riendo.

Reí y cuando dio por acabada su tarea me cogió en brazos pillándome desprevenida y me tiró con él a la piscina.

Cuando saqué la cabeza de debajo del agua, lo salpiqué.

Al final, todos acabamos salpicándonos los unos a los otros.

Pero entonces Ansu y Balde llegaron con pistolas de agua apuntando a todo el mundo.

Me reí intentando protegerme la cara.

Pedri se puso delante de mí y después se puso a perseguir a los otros dos para robarles alguna pistola.

Cuando la cosa se relajó todos empezaron a hablar del partido del día siguiente.

Yo nadé como un perrito hasta Pedri y me abracé a su espalda.

Este agarró mis manos y las situó sobre su abdomen y acarició mis brazos.

Enrosqué las piernas en su cintura y apoyé la cabeza en su espalda.

Cerré los ojos relajada por el sonido de su pecho subir y bajar, el chapoteo del agua y los murmullos de los chicos.

No había estado tan relajada en la vida.

Cuando empezó a anochecer nos salimos del agua y cada uno se fue a la habitación para ducharse y bajar a cenar.

Sira estaba enseñándome vestidos que ponerse para que la ayudase a decidir.

– Sira, sinceramente, te pongas el que te pongas vas a estar preciosa.– admití terminando de colocarme el pelo.

– Si Pedri no acaba pidiéndote matrimonio... Lo haré yo.– repuso mirándome.

Yo me reí y me puse un top de tirantas y un pantalón corto.

Sira insistió en hacerme una trenza y la dejé hacer.
Aunque para ser sincera, me encantaba que la gente me tocase el pelo.

Cuando estuvo satisfecha con el resultado bajamos para encontrarnos con los chicos.

Me acerqué a Pedri y este pasó su brazo por mis hombros para andar a mi lado.

– Estás guapa.– dijo mirándome.

– Tú siempre estás guapo, así que voy a ahorrarme el halago.– dije mirándole.

Él sonrió y me besó la cabeza.

Estuvimos cenando todos entre risas y algún que otro pique y después todos estuvimos de acuerdo en dar una pequeña vuelta por el paseo marítimo.

Miré la arena y después miré hacia el suelo.

– ¿Qué te pasa?– dijo Pedri mirándome.

– Nada, era porque me apetecía andar descalza por la orilla, pero no vas a querer.

– ¿Quién te ha dicho que yo no quiera?– soltó mirándome.

– A Lucas no le gustaba hacerlo.

– No soy él.– dijo y para confirmar, empezó a quitarse las zapatillas.

Lo miré riendo y le seguí el rollo quitándomelas también.

Después me agarró de la mano y bajamos las escaleras y anduvimos por la arena hasta llegar a la orilla.

Unos minutos después se nos unieron todos entre risas.

Miré a Pedri, que no paraba de sonreír mientras veía a Ansu despotricar porque una ola le había salpicado.

Deseaba ver esa sonrisa todos los días y también deseé haberle conocido mucho antes.

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Que bonito nuestro Pepi, cumpliendo los "sueños" de la nena 🥹

Estos dos son demasiado monos ¿y si hago travesuras? Je je 🙂

Os veo en el siguiente 🫶🏻🫶🏻🫶🏻

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora