XIX

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Me encontraba delante de la puerta de la Universidad de Barcelona.

Cogí aire un par de veces y después lo solté rezando para que todo fuese bien.

Como los chicos dijeron, gracias a mis buenas notas conseguí que me trasladasen a aquella Universidad.

Entré por las puertas y vi a muchísima gente andando de un lado a otro con sus mochilas y libros.

Fui a jefatura para que me diesen el horario y cuando lo conseguí fui hasta mi taquilla con mis nuevas llaves y la abrí dejando algunos libros dentro.

– ¿Eres nueva no?

Cerré la taquilla y miré a quien me había hablado.

Era un chico, alto, con el pelo rubio y de ojos claritos.

Era guapo, sin duda.

– Exacto.– le respondí sonriendo.

– No pasa nada, te acostumbrarás.

Yo reí un poco más relajada.

– Ven, voy a presentarte a mis amigos.

Le seguí hasta un pequeño círculo de gente y entonces fue presentándomelos uno a uno.

Una de las chicas de ese grupo me sentó a su lado y empezó a interrogarme.

Me enteré de que ella quería hacer marketing también y que le gustaba pintar y hacer fotos.

Siendo sincera me cayó genial.

Cuando llegamos a la clase se sentó al lado mía sonriéndome.

– Es verdad, no me he presentado, soy Carla.

– Jade, encantada.– respondí sonriendo.

Ella asintió y entonces el profesor entró por la puerta.

Llevaba dos clases y siendo sincera todo me parecía demasiado fácil.

Cuando las clases acabaron salí para ir a coger el autobús, pero frené al ver a tanta gente aglomerada delante de la puerta.

Carla y yo nos acercamos para saber que ocurría y entonces vi a Pedri en un Maserati.

Abrí los ojos y salí corriendo hasta el coche.

Él me miró sonriendo y me abrió la puerta.

La gente me miraba y yo entré en su coche para ponerme el cinturón.

Él entró después y tras ponerse el cinturón, arrancó.

– ¿Podías ser menos disimulado?– pregunté riendo.

– Lo siento, es que tenía ganas de venir a recogerte.

Sonreí y cuando llegamos a casa entramos.

Fer estaba en la cocina, con un delantal puesto y dándole la vuelta a la tortilla de patatas.

Yo lo miré intentando que se pusiera nervioso, pero no funcionó.

Cuando terminó, entre Pedri y yo pusimos la mesa y nos sentamos a comer.

– ¿Qué tal el primer día?

– Pues bueno, al principio era una marginada, luego me acogieron en un grupo, y ahora voy a ser reconocida en todas las clases.

– ¿Por?– preguntó Fer.

– Porque a tu querido hermano no se le ha ocurrido nada mejor que venir a buscarme en un Maserati, que por cierto ¿de dónde demonios lo has sacado?

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora