IX

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Me miraba las manos nerviosa.

Acababa de llegar a casa de Lucas.

Este abrió la puerta y me miró para después sonreírme.

– Hombre, mi chica.– me dio un beso que me dejó trastocada.

Sabía a alcohol y María.

"Esto iba a salir mal"

Me dejó pasar y entré.

Cuando entré me encontré a su grupo de amigos sentados en un sofá negro, con la música a tope y botellas de alcohol desparramadas por el suelo. Por no olvidar el olor a María y la droga que había esparcida por la mesa.

Me quedé impresionada.

Siendo sincera, pensaba que conocía a Lucas, que era un chico ejemplar, que siempre era amable con todos, que le adoraba todo el mundo y que estaba centrado.

Pero por lo que se ve, no le conocía. O nunca había llegado a conocerle en absoluto.

Sentí unas manos en mis hombros y después tiraron de mí para hacerme sentar en el sofá.

Me encontré con Lucas mirándome y dándome una sonrisa que lejos de tranquilizarme, me daba mala espina.

Sus amigos estaban a su bola, pasaban de nosotros como si no existiésemos.

Y en ese momento sentí mucha pena.

Porque ninguno de ellos había estado por voluntad o por amistad, sino por conveniencia y dinero.
Siempre que tenía problemas acudía a mí.

Y ahora iba a quedarse solo.

Carraspée un poco para llamar su atención, consiguiendo que me mirara.

– ¿Podemos hablar? ?A solas?

– Claro.– dijo levantándose.

Sus "amigos" empezaron a mirarnos y a hacer gestos obscenos de los cuales pasé totalmente.

Entramos en su habitación y cerró la puerta detrás de mí para pegarme contra ella y besarme.

Yo me quedé inmóvil, pensando en que hacer.

Sus besos empezaron a bajar por mi cuello y entonces esos besos que tanto me estaban incomodando cambiaron a otros que hacía unas horas estaban haciendo lo mismo, solo que esos sí me gustaban.

Por un momento mi conciencia iba a traicionarme. Hasta que volvió a hablar sacándome de la realidad.

– Desnúdate.

Lo miré frunciendo el ceño.

– ¿Perdona?

– Que te desnudes, Jade.

– No pienso desnudarme Lucas, nadie, ni mucho menos tú, va a darme órdenes.

Lo vi mirarme fijamente y se acercó a mí.

– Joder Jade, desde que no follamos estás insoportable.

Y entonces mi mano fue más rápida que mis pensamientos aterrizando en su mejilla con fuerza, lo que le hizo girar la cara.

– Eres un gilipollas

– Y tú una zorra.

No vi venir lo siguiente, porque me cogió en brazos y me tiró en su cama y empezó a desabrochar mi pantalón mientras yo en un intento pataleaba para huir.

Se descuidó un segundo y le pegué una patada en la entrepierna, haciendo que se encogiera del dolor.

Me levanté corriendo y agarré una bola de cristal que tenía de decoración.

𝐌𝐎𝐓𝐇 𝐓𝐎 𝐀 𝐅𝐋𝐀𝐌𝐄 +18 | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora