Capitulo #55

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El profesor Rowling dicta su clase, las moscas huelan sobre mi cabeza y este chico tan molesto que se sienta un banco por detrás de mí no para de mascar ruidosamente un chicle. La clase no podría empeorar ni un poco.

Estoy dirigiendo toda mi atención a la ventana que da al campus cuando el timbre del receso suena y todos los libros de cada alumno se cierran al mismo tiempo, enmarcando la desesperación habitual por marcharse del salón. Guardo todas mis pertenencias en mi bolso y camino hasta la salida para salir de la sala, pero la voz del profesor me llama desde su escritorio.

- ¿Señorita Jones?

- ¿Si?-me vuelvo hacia él, evitando demostrar demasiado mi disgusto por este.

-Solo quería que sepa que me alegra mucho que Elizabeth pueda cargar con su enfermedad. Digo, ayer he estado hablando con ella y me conto muchas cosas-una sonrisa compasiva se extiende por su rostro.

-Gracias-respondo, como buena alumna ''que soy''-, por ser tan considerado y, si, ella está mucho mejor.

Le correspondo la sonrisa, intentando parecer lo más convincente posible. En cualquier otra circunstancia, no habría podido aparentar dicha emoción.

Nos quedamos así, en silencio y observándonos mutuamente, hasta que decido darme la vuelta para largarme de una vez por todas.

- ¿Tu estas bien?-pregunta de la nada, cuando estoy por atravesar el umbral de la puerta.

Sonrío, comisuras elevadas, dientes a la vista.

-Completamente-y ahora sí, me voy.

Aquella sonrisa se va borrando a medida que avanzo por el amplio corredor del instituto Sparks; la situación lo demanda, estoy obligada por mi yo interior a eliminar aquel rastro de felicidad alguna.

Harry es la razón.

Lo quiero tantísimo y me alegra que no estemos peleando constantemente últimamente, pero su confesión no para de revolotear por mi cabeza, conectándose con mi hermano y generando un cortocircuito en mi cerebro que echa chispas hacia todo lo que esté a mí alrededor.

Harry conocía a aquellos matones que actualmente están con Dean, él salía con ellos, tomaba con ellos, él los conocía. No hay nada que pueda hacer yo con respecto a ello, simplemente...eran sus amigos.

Su confesión no para de repetirse en mi cabeza.

-No es como si hubieran sido mis amigos, pero de alguna manera eran con quienes podía estar sin ser juzgado...porque ellos no lo sabían, ellos no me conocían en absoluto.

Mis ojos estaban fijos en el volante, no quería encontrarme con aquellos ojos melancólicos.

-Sí, salí con ellos un par de veces, hasta que repare en lo que en realidad eran...Sky, esos tipos son probablemente lo peor que le pueda pasar a alguien como tu hermano, no sé si puedas escuchar mi experiencia.

-Habla.

-Ellos robaban, se drogaban, ellos hacían cosas para las que yo no estaba preparado. Fue por eso que invente una excusa tan absurda como que me mudaba a Alaska. Después de ello jamás volví a pisar Daleston ni las zonas cercanas. No quería encontrarme con ellos nunca más porque sabía lo que ellos podrían hacerme si me encontraban luego de que ''me mudara a Alaska''.

-Entonces escapaste.

Asintió.

-Escapé.

Una chica con la cara llena de pircings y aretes cierra su casillero a mi lado y logra sacarme de mi ensimismamiento.

Tengo que dejar de perderme en mis pensamientos tan fácilmente.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora