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1 mes después


Estiro la tela por mis piernas hasta llegar a las caderas, sintiendo como las medias se pegan a mi piel, camuflandolas en negro. Me estiro para alcanzar los zapatos que están junto a la cama y los calzo cuidadosamente en mis pies. Observo el reloj de pared una vez mas: 8:15. Soy plenamente consciente del retraso en el que me encuentro, pero mi afán por verme arreglada es el causante de todo. Además, las pastillas que tomé hace media hora ya surten efecto en mi cuerpo y puedo sentir como me adormezco minimamente.

Louis insistió en que las tomara. Claro está que primero fuimos a una cita con un psiquiatra, donde la mayor parte de la charla fue entre mi prometido y la especialista. "Tome estas para los nervios", "Dos de estas cuando se sienta triste" y "una antes de dormir es lo ideal" fueron sus palabras exactas mientras tendía sobre su escritorio las pastillas que me acompañan hasta hoy, antes de reunirme con mis viejas amigas de Nueva York.

-Te ves hermosa-escucho su voz, seguramente desde el umbral de la puerta. Rodeo los ojos y continuo con la tarea de prender la pulsera en mi muñeca-. Y muy elegante.

Observo su cuerpo por el reflejo del espejo: lleva ya el pijama puesto y una lata de cerveza en la mano. "Callate" es todo lo que quiero contestarle, pero en cambio, me limito a decirle:

-Súbe el cierre, por favor-en un tono seco y me acerco a él para que pueda acomodar mi vestido tan negro como la noche.

-Te estás vistiendo mas negro de lo normal-opina, mientras paso por mis brazos un saco también negro de piel-. ¿Vas a un funeral?

Lo fulmino con la mirada a través del espejo.

-Solo quiero pasar una noche tranquila con mis amigas, ¿puedes manejar eso?-me vuelvo hacia él de brazos cruzados. Mi mirada está mas tajante que nunca.

Pone su mejor cara de estúpido.

-Creo que deberías tomar otra pastilla para los nervios antes de salir.

-Estoy bien, Louis-largo una risa sarcastica y lo dejo solo en la habitación.

El aire nocturno pegandome en la cara me reconforta cuando salgo al exterior de la casa, como si hiciera años que no sintiera al viento natural sobre mi piel. Camino hasta la acera, donde está aparcado el coche y antes de subirme, me vuelvo hacia la casa y levanto obsenamente el dedo del medio.

Prendo la radio del coche, solo para no enloquecer en mi propio silencio. Antes de salir le hecho un vistazo a su casa: nada. Hace mas de treinta dias que no he visto su rostro, desde aquella noche. Ni siquiera se si sobrevivió a ese momento o si su cuerpo está ahora enterrado en el cementerio de la ciudad.

El efecto de las pastillas sobre mi mas la fantasmagorica música de los sesenta que suena en la radio le conceden a la noche un aire suicida. Solo faltarían los cigarrillos en el asiento continuo y sería el pack completo.

Al primer semáforo en rojo aprovecho para revisar mi celular; quizá hoy sea el día en que al fin quiera hablarme. Buzón vacio.

¡Por que no quieres hablarme, Harry! exclamo en mi mente, mas como una pregunta. Le doy un golpe al volante, provocando un bocinazo.

-Avanza, ¡loca!-un auto pasa junto a mi y sobre el, un conductor enfurecido. Levanto la vista hacia la luz para descubrir que está en verde.

Loca. Avanza, loca.

-¡Loca!-él no para de gritar, caminando impaciente por la habitación-. ¡No puedes estar mas que loca!

-Louis, no se trata de un acto sentimentalista, ¡Mara necesitaba ayuda anoche!-lo sigo por detrás.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora