Cuando sus labios se pegan con los mios, todo lo que siento es alivio. ¿Alivio? si, una sensación de tranquilidad que no había sentido en cinco años. En todo ese tiempo, he cargado con una especie de carga en el pecho que no paro hasta hace unos segundos, cuando me encaró.
¿Ya mencioné que no había sentido sus labios desde aquella noche, antes de la fiesta de cumpleaños?
Sus enormes manos se posan sobre mi cintura, mientras que las mias rodean su cuello. Desde esta distancia puedo sentir su colonia dulzona.
-Harry-me separo, luego de un par de segundos. No hay nada que quisiera en el mundo mas que besarlo, pero los riesgos de hacerlo en este lugar público son altísimos y mas con Louis en el salón-. Harry, basta.
Por fin deja de intentarlo y me observa fijamente a los ojos. Aquellos verdes y almendrados ojos.
-Tienes razón-dice, tras lanzarle una significativa mirada y se separa nos metros.
Suelto una bocanada de aire que ni siquiera sabía que contenía en el pecho.
-Digo...ni siquiera se porqué estamos haciendo esto.
-Porque no volveremos a vernos-repone, sin mirarme.
-¿No lo haremos?
-La ciudad es grande, Skylar. Las posibilidades de encontrarnos son microscópicas. Puede que te vea cada tanto, pero no será mas que una mirada.
En cierta manera, sus palabras causan un efecto negativo en mi ser, ¿no volveré a verlo? si apenas nos reencontramos.
Asiento, aunque la idea no me agrade del todo.
-Será mejor que yo pase primero y esperes unos minutos para ingresar. No querremos que nos vean juntos-sugiero. Es él quien asiente con la cabeza ahora y, tras animarme a pasar frente a él, ingreso nuevamente al salón.
Mi mirada viaja por todo el lugar hasta localizar a Louis, sentado en la mesa, con una gran expresión de preocupación en su rostro.
-Lo siento, se me corrió el maquillaje y tuve que ir al tocador-me siento a su lado. Mi plato está ahora medio lleno, con una especie de tarta de arándanos y crema-. ¿Y esto? ya sirvieron el postre.
Esta es la primera vez que le miento a Louis, y lo peor es que ha sido con la persona que él odia.
-Estaba preocupado, podrías haberme avisado.
-No ha sido tanto.
-Han sido...-observa su reloj de mano-. Treinta y cinco minutos desde que fui a hablar con Fletcher, ¿has tenido problemas con el maquillaje?
-¿Estás desconfiando?-arqueo las cejas significativamente-. No sabía que esto era un interrogatorio.
-No es desconfianza. Solo...me pareció extraño.
-No hay nada extraño en esto-acaricio su brazo en un gesto tranquilizador. Louis suspira y se estira para tomar la copa con vino de la mesa-. No tenemos porqué arruinar la noche.
Y, después de varios intentos de levantarlo, lo logro y nos ubicamos al centro de la pista para bailar las últimas piezas antes de dar fin a la fiesta. El tiempo esta noche paso especialmente rápido, pues cuando chequeo la hora en mi reloj de mano marcan las cuatro y treinta y tres de la madrugada.
Ahí es cuando reparo en la cantidad de tiempo que debo de haber pasado llorando en el banquito y besando a Harry. De otra manera, ¿como pasaría tan rápido?
Él último momento en el que lo veo es cuando las personas se agrupan en la entrada para salir del lugar, dando por acabada la fiesta. Se encuentra a unos pocos metros de mi y esta tomándole la mano a Mara. Instantaneamente me siento mal; recuerdo el momento en que le seguí el beso cuando podría haberlo parado y quiero golpearme la cabeza contra una pared. ¿Por que hice eso?
Sin embargo, sus palabras resuenan en mi cabeza: 'esta será probablemente la última vez que te vea' y de repente los sentimientos de Mara son tema pisado, pues mi cabeza esta puesta en el sentido de esas palabras que me gritan: ¡No volverás a verlo! ¿será cierto?
La mano de Louis en mi espalda baja me quita de mi ensimismamiento, recordandome de volver al planeta tierra.
Por fin logramos salir de entre la muchedumbre agrupada. Caminamos hasta el lugar donde el auto esta estacionado y nos vamos.-Fue una buena fiesta, después de todo-Louis me dice, cuando el primer semaforo al que llegamos marca luz roja.
-Lo fue-respondo, sin observarlo-. Después de todo.
2 días después.
-Muévete-vuelvo a insistir. En toda la mañana no fui capaz de preparar un simple pastel por el hecho de que no para de hacerme cosquillas en todo el cuerpo-. Voy a manchar el suelo.
-¿Y eso que importa?-susurra a mi oído con un tono de voz pícaro. Sus manos encierran mi cintura y su cuerpo se pega a mi trasero-. La torta puede esperar.
-Pero tu no, al parecer-arqueo las cejas, sin dejar de batir. Hace por lo menos cuarenta minutos que me encuentro en la misma fase de preparación y gracias a sus porpuestas indecentes y su incesante manera de seducirme, la misión pastel de chocolate no avanza-. Y tu trabajo tampoco puede esperar-agrego, tras observar el reloj de pared: son las diez de la mañana y aún no se ha ido-. Es hora de que te vayas.
-Seguiré insistiendo mas tarde-insta, haciendo señas con el dedo índice y sale por la puerta de la cocina.
Intento reprimir la sonrisita que se asoma por mis labios pero resulta imposible.
Por fin pongo la torta al horno y me permito unos minutos para tomar un café con un croissant que compré el dia anterior. Este último esta delicioso y me prometo pasar por la panadería mas tarde para comprar mas.
Y ahora que estoy sola, me permito pensar en una de las inquietudes mas grandes con las que estoy lidiando: esta casa. Desde que nos instalamos me aseguré de creer que el lugar me fascinaba y que la casa era una sin igual, lo cual es cierto, pero no es eso de lo que quiero hablar ahora. La pura verdad es que la propiedad es tan inmensa y Louis y yo tan...minúsculos dentro de ella, que de pronto me siento como una mariposa encerrada bajo un domo; un domo enorme, espacioso, pero que para una mariposa es como el mundo entero. Han pasado ya tres semanas desde que duermo en una habitación nueva y me siento vacia.
La nariz comienza a picarme repentinamente, pero me restriego los ojos con las manos enseguida; no dejaré que las lagrimas caigan justo ahora. En la siguiente hora veo 'El diablo viste a la moda' por decimonovena vez en mi vida y casi al final, saco el pastel para dejarlo enfriar.
Relleno la masa con chocolate derretido y luego lo cubro con otra mas gruesa. El último paso es el de peinarme un poco el cabello y aplicarme un poco de rimel.
Suspiro: solo serán unos minutos y me iré.
Camino con el pastel entre las manos hasta la casa de al lado, evitando a toda costa de hacer que este se tambalee. Si cayera, directamente iría al mercado a comprar uno y ese sería el regalo.
Toco el timbre dos veces por accidente y espero paciente a que mi nuevo vecino me atienda.
Es cuestión de unos segundos para que la puerta se abra y yo sienta como la mandibula se disloca de su lugar.
-Sky, ¡que gusto de verte!
Quien esta frente a mi es la mismísima Mara, mi nueva vecina de al lado.