Mis manos se mueven temblorosamente, chocando la una con la otra, en un extraño intento de aplauso. ¿Por que lo estoy haciendo? Quizá las miradas reprobatorias de mis amigas al notar que no movía un pelo me movilizaron, o quizá estoy tan nerviosa que no puedo mas que acompañar a las demás personas.
¡Se casarán, debes mostrar respeto! es lo que Connie me dijo al oído, después de incitarme a hacer las palmas. Las demás me aplaudieron en la cara, como si no tuviera la mas mínima idea de como hacerlo, como si tuvieran que enseñarme.
Las lágrimas caen de mis ojos mientras me contradigo con estas palmas que no hacen mas que provocar un titileo en los músculos de mis brazos. Mi presión debe de estar al borde del paro.
Por fin, Kate repara en mi expresión esquizofrénica y la sonrisa que cargaba su rostro se va, dejando lugar a un mundo de preocupaciones.
—Sky, ¿que pasa?—hace ademán de ponerse en pie para acercarse a mi, pero le hago un gesto con las manos para que se quede en su silla.
Ahora todas me observan y luego se observan las unas a las otras, en busca de algo que explique mi extrañísimo casamiento.
¡La persona que amo está practicamente abandonándome! ¿cómo no podría comportarme así?
Al borde del colapso, me pongo de pie y tomo mi bolso de la silla. Mis pies se dirigen hasta la mesa en donde los futuros tortolos ríen, pero antes de hacer algo estúpido, tomo el control sobre mi cuerpo y sigo de largo, ignorando la mirada de Mara sobre mi.
—No tenía ni idea de que ella estaba aquí—escucho que le dice a Harry a mis espaldas.
Salgo del costoso restaurante que me prometia una noche de paz, después de tanto sufrimiento y me encierro en mi coche. Dejo que las lágrimas fluyan por todo mi rostro, hasta que el oxigeno dentro del auto no es suficiente y me veo obligada a salir para no morir de asfixia.
Mi cabeza es un manojo de confusión; primero muere Robbie, después Harry es atropellado y ahora Harry se casa, ¿cómo si quiera pude mantenerme en pie durante todo este tiempo, teniendo tantos dramas? En lo único que puedo pensar ahora es en no respirar y nada mas.
Entonces Harry sale del restorán y me encuentra alli, hecha un desastre. Quiero gritarle que regrese con la mujer que lo espera allí dentro, pero la fuerza de mi voz es inexistente en estos momentos. No puedo dar mas que un susurro entre el llanto.
—Vete, por favor. Vete.
—Ve a casa, hablaremos allí—responde simplemente, y me echa su saco sobre los hombros.
De ahí el regresa al lugar y yo tomo las llaves del auto para marcharme. Aún no se si estaré dispuesta a esperarlo para tener una conversación sobre esto, pero al menos es mejor irme que esperar en el aparcamiento de un restaurante finísimo como este.
Cuando estoy saliendo, Kate sale del restaurante junto a las demás, seguramente en mi busqueda. Sin embargo, bajo la ventanilla del acompañante que da para ese lado y les pido disculpas, sin ninguna otra explicación. Me voy.
Al llegar a casa, estaciono el coche a media manzana, para estar cerca de casa pero no tanto como para que Louis me vea sentada en el asiento del conductor, tan sospechosamente.
Aguardo por lo menos por hora y media, sin pegar el ojo en todo ese tiempo hasta que llega Harry.
Veo como le abre la puerta del acompañante a Mara y le dice algo al oído antes de dejarla ingresar sola al interior de la casa. Se vuelve y observa justo a donde estoy aparcada. Sus pasos sordos me ponen nerviosa y por un momento quiero arrancar el auto y desaparecer. Pero el llega antes de que pueda pensarlo con mas profundidad.
No me pide que me baje, ni tampoco que lo acompañe a ninguna parte, solo aparece por el otro lado del automovil y se sube del lado del acompañante.
—No se que es lo que vas a aclarar esta vez. No soy sorda—comienzo hablando yo, sin despegar la vista del frente.
—Tu no entiendes nada.
—Tienes razon, no lo hago—admito, porque es cierto. ¿Cómo si quiera podría entenderlo?
—Te quiero, pero decidí que es hora de seguir adelante. ¿No lo entiendes, Sky? estamos en un laberinto sin salida.
—No voy a pedirte que me entiendas esta vez, pero tampoco quiero que todo acabe mal. Dime algo que quieras y te lo daré, lo responderé, como tu quieras.
—Dime que paso en mi cumpleaños.
Suspira.
—¿Por que no lo sueltas y ya?
—Tu dijiste que podría ser cualquier cosa, te pedí eso.
—Como tu digas, pero después no te decepciones.
1 de Diciembre, 5 años antes.
Filadelfia.
Harry
—Dicen que estos son los mas dulces y su porcentaje de alcohol es perfecto—lo primero que mis ojos captaron fue el vaso que se extendía frente a mi. Estaba lleno hasta el tope de un extraño líquido celeste. Después, levanté la vista hacia la aguda voz que me hablaba—. No pierdes nada en probarlo.
—No gracias—negué con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa. Sus verdes ojos me sonrieron calidamente y su mano empujó al vaso aún mas cerca de mi—. ¿Que es?
—Vodka, con colorante agregado. Alguien decidió que el transparente era muy aburrido para una bebida.
Ambos reímos.
—Solo le daré un trago—lo acepto y acerco la bebida a mis labios.Esto está tan delicioso que darle solo un sorbo resulta imposible para mi y termino acabando con todo el contenido—. Madre mía, es lo mejor que he probado en mi vida.
—¿Bailas?—me pregunta improvisamente, señalando la pista con el dedo pulgar—. Me gusta esta canción.
Observo a mi al rededor: Sky estaba saludando a los recién llegados; no creí que se diera cuenta que me desvié un segundo.
Asentí con la cabeza y nos dirigimos a la pista al ritmo de la canción.
—La fiesta está pasada—dijo a un volumen considerablemente alto en mi oído, para ser escuchada por sobre todo el ruido—. Es una locura, todo esto.
—Es genial—coincido—. ¿A que año vas?
—Penúltimo año y tu eres del último.
—Exacto—asentí con la cabeza.
Otra chica apareció improvisamente junto a nosotros y nos entregó dos vasos mas con ese líquido celeste.
—¡Podría ser adicto a esta mierda!—dije, antes de hacer un fondo blanco.
Pasados los quince minutos mi visión ya estaba borrosa y la cara de la ahora identificada como Jennifer daba vueltas.
—El té esta frio—dijo entre risas, señalando a su vaso con Vodka.
—Vamos a llenar estos vasos—reí y nos dirigimos a la cocina.
Abrí la canilla y llené mi vaso con el líquido del grifo.
—¿No era celeste?
—No lo sé—se encogió de hombros y nos echamos a reir de nuevo.
Entre abrazo y mirada, me encontré con su boca a unos pocos centimetros de la mia y me impulsé hacia delante.
—Vayamos arriba—susurro a mi oído y me tomó de las manos.
Ella me guió entre todas las personas hacia las escaleras y luego nos encerramos en el primer cuarto que vimos.
Sus brazos me rodearon y me vi haciendo lo mismo. Mis manos alcanzaron sus muslos y apartir de ello, el descontrol.
—¿Harry?