Capitulo #57

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-Muchas gracias-aquel cincuentón repleto de canas pliega el papel que lleva en mano en dos y lo guarda en el bolsillo de su pantalón de vestir, para comenzar a caminar hasta su respectivo lugar.

Solo una persona aplaude por equivocación ante su discurso, supongo que por mera reacción.

El ataúd de caoba oscura está adornado con un enorme ramo de rosas sobre la tapa, junto a cientas de cartitas de los conocidos de la recién difunta. Las personas están formando un circulo alrededor de este, todos calzando ropas negras que me dan más ganas de llorar de las que ya tengo.

Harry y Malboro están a mi lado, cabizbajos.

- ¿Alguien más quiere dedicar unas palabras?-pregunta el padre, colocándose nuevamente frente al cajón. El silencio es inmutable-. Entonces, se da por finalizado. Gracias a todos por manifestar sus respetos.

-Disculpe padre-Harry interrumpe de repente-, quiero dar unas palabras.

El hombre alto, que viste esa especie de túnica blanca asiente y se mueve para dejar a lugar al otro.

-Bueno, no tengo un papel-observa sus manos vacías, como si de estas fuera a brotar una hoja de escribir-. Pero también sé que es la última oportunidad para hablarles sobre ella-frunce los labios-. Penny vivió con mi padre y conmigo hasta antes de su...muerte. Ella fue indudablemente como mi segunda madre-ante esta mención, algunas personas bajan la cabeza a modo de respeto, puesto que la mayoría debe de saber que Sandra también ha fallecido-. Sí, mi padre y yo no somos el orden personificado ni tampoco la educación personificada, por eso es que ella fue tan importante. Recuerdo estar peleando o discutiendo por cualquier estupidez y allí aparecía Penny, para solucionarlo todo. O si comía en mi habitación o manchaba la alfombra con salsa, también estaba ahí para cacharme-se escuchan risitas a mi alrededor-. El punto es que estuvo ahí siempre, nunca falto y creo que es algo remarcable. Si, alguien inolvidable.

Permanece pensativo en su lugar por un par de segundos y al final, se acerca al cajón, acaricia la madera con sus largos dedos y regresa a su lugar junto a mí, tras haber devuelto el micrófono al padre.

Tomo su mano disimuladamente y le sonrío.

Lo hiciste bien Harry, lo hiciste bien.

Han pasado más de quince minutos desde que me senté aquí, con el celular sobre la mesa por si entraba alguna llamada suya. La dura madera de la silla comienza a molestar entre mi trasero y el camarero de delantal negro me mira con cara rara desde hace por lo menos diez minutos, desde que le dije por décima vez que pediría recién cuando mi acompañante llegara. Seguramente debe de pensar que se trata de una estrategia para pasar el rato y no pagar por ello, cuando el cartel de la entrada del lugar claramente especifica 'No hay asiento si no hay consumo'.

Observo la puerta: alguien escondido tras la capucha de su sudadera gris está ingresando por esta y acercándose hacia mí.

-Veinte minutos tarde-lo reprendo, enseñándole la hora con el celular- ¿Por qué demonios has tardado tanto?

-El autobús sufrió un atraso-responde cabizbajo. La única visión que tengo desde aquí es la de una sudadera parlante.

- ¿Y la ropa? ¿Por qué tan escondido?-arqueo las cejas y me inclino sobre la mesa para quitarle la capucha. Sin embargo, él tiene una reacción muy rápida y coge mi muñeca entre su mano-. Dean.

-Deja-lucha contra mi agarre para alejarme, pero en eso, estiro la otra mano y tiro de su capucha para dejar al descubierto lo que es una cara llena de moratones.

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