Me observa por unos segundos sin decir nada y ahí es cuando siento la necesidad de golpearme la cabeza contra la mesa una y otra vez. Las lagrimas se agrupan en mis ojos en un sentimiento de profunda rabia y mis dientes chocan entre si, como si en algún momento fueran a quebrarse.
—¿Como se te ocurre decirme que tienes cancer solo para que vuelva a esta ciudad?—farfullo, sin separar los dientes.
Me tiro del cabello lo mas fuerte posible; las venas se marcan en mis brazos.
—Vas a odiarme por ello, pero luego vendrás a agradecerme—se encoje de hombros y extiende su mano para coger el mechero que dejé sobre la mesa. La cocina se llena de humo en cuestión de segundos—. Vamos Harry, sueltate el cabello que quedarás calvo.
—Es que...me cuesta comprender la mierda que estas soltando—doy un golpe contra la mesa provocando que las tres tazas salten de sus respectivos platos.
Durante todos estos años estuve haciendo mi mayor esfuerzo para olvidarla y todo lo arruina un viejo que quiere llamar la atención.
—Vamos, sientate y tomemos el té que se enfría.
—¡No quiero el puto té!—grito en un susurro.
En estos momentos podría gritar mas fuerte que cualquier humano, pero Mara esta al telefono y no quiero que quienquiera que sea se entere de nuestra discusión.
—Cálmate—hace ademán con las manos—. Mira: lo siento, pero tenía que hacerlo.
—No, no tenías—eso es exactamente lo que no tenia que hacer: ¡hacerlo!—. No.
—¿Que paso?—Mara aparece en la cocina, con el ceño fruncido de preocupación y el telefono en mano.
Suspiro.
—Regresamos a Los Angeles, eso es lo que pasa—tomo mi chaqueta y las llaves del auto y luego dirijo a mi novia hacia la puerta.
Sin embargo, cuando salgo al exterior de la casa, me encuentro con la nada absoluta.
Pues claro, si tuvimos que venir en taxi.
Malboro esta detrás de mi de brazos cruzados, con esa expresión que no significa mas que ''¿que harás ahora?
—Vinimos en taxi, lo olvide—suspiro. Mara me observa totalmente perdida de la situacion.
—Puedo llevarlos hasta el aeropuerto, si es lo que quieres.
—No...—
—¿Que dices Harry? ¡sería un placer, señor!—ella le sonríe a mi padre.
El último regresa al interior de la casa y después de un par de minutos sale con las llaves de su carro. Cierra la puerta principal.
—Tendrás que explicarme todo esto en casa—Mara susurra a mi oído mientras seguimos a Malboro hasta el auto—. ¿Y nuestras cosas? ¡Ni siquiera las han desembarcado y ya regresamos a Nueva York!
—Llamaré a Rick para que él haga los llamados correspondientes y transladen nuestras pertenencias al viejo departamento en Nueva York. Te explicaré para entonces.
—Pero Harry, si quiero regresar a la ciudad, pero...¿y tu padre? el esta enfermo—dice aquellas palabras contra mi oreja para que el otro no pueda escuchar.
—Esa es la otra cosa que tendré que explicarte—respondo, antes de subir al auto.
Sky
—Soy parte de una empresa familiar—dice, a modo de respuesta. Se quita aquel ridiculo gorro que llevamos desde la fiesta de graduación y lo deja en el espacio que nos separa.