El viernes, el instituto entero está centrado en la pelea entre Rivers y Harry, que tendría lugar a las siete de la tarde de ese mismo día. Las conversaciones a mi alrededor son referidas a sus apuestas y opiniones sobre la pelea y, en lo que a mí me respecta, soy probablemente la única persona que no quiere asistir. Reitero que la sangre me da dolor de estómago.
Camino hacia la cafetería junto a Lena y Zeeke, quienes en cuestión de días, lograron convertirse en personas que quiero conservar.
Lena debate si en la película de High School Musical, el apuesto Ryan era gay o no.
-Nooo- digo en mi opinión, aunque cuesta convencerme de mis propias palabras-. Solo...era demasiado afeminado.
-¿Y a que te lleva eso?-participa Zeeke y le da un sorbo a su jugo en caja-. ¡Por supuesto que era gay!
-Tú lo dices porque fue el amor de tu infancia, Zeeke- recrimina Lena antes de contestar su celular, que lleva más de diez segundos sonando.
'¿Hola?'
'Si ya te dije que sí'
'¡Solo quince!'
'Escúchame, mortífago de El Señor de las Tinieblas mal nacido, ¡Solo quince jodidos dólares! ¡Ni un centavo más!
Lena no dice nada más y corta la comunicación con rabia. Zeeke y yo intercambiamos miradas cómplices.
-Que estás haciendo, ¿Comprando anillos adelgazantes por Sprayette?
Lo fulmina con la mirada y este levanta las manos en señal de rendición.
-Está bien, soy un idiota, lo dije. Pero ahora explicas que fue esa llamada.
-Era Rabbit, el regordete de las apuestas para la pelea de hoy. Solo quise apostar 15$ por Styles.
Me cae la ficha y pregunto aquello que estuve deseando en todos estos días.
-¿Que hay con Styles?-digo simulando desinterés, aunque la duda me carcome por dentro-. ¿Es bueno o...?
-Lo es-admite Lena con gesto de asentimiento-. Entrena demasiado.
No se lo niego: La mayoría de las veces que lo vi, golpeaba ese saco de boxeo como si su vida pendiera de ello. También recuerdo a ese antipático anciano de rostro apergaminado, que no paraba de repetirle lo humillante que sería que no ganara.
Debe estar muy presionado. Y es más evidente, cuando Zeeke agrega:
-Debe ser bueno, ¿Sabes cómo se pondría su padre si no?
-¿A qué te refieres?-me apresuro a contestar-. Digo... ¿Su padre? ¿Porque?
Llegamos a la cafetería y nos acomodamos en la mesa de siempre. Yo me siento enfrentada a los dos.
Esta vez es Lena quien se apresura a contestar:
-¡Pues quien más que el legendario Marlboro Styles!-exclama como si fuera obvio-. Era conocido no solo por su puño de acero en las peleas, sino también por un carácter implacable que nadie aguantaba. Imagina a Styles después de unos años con esa máquina de furia. Ya entiendo porque el pobre está loco.
Pienso en su cálida mano sobre mi brazo para luego disculparse tan sinceramente y en esos ojos penetrantes que delatan abiertamente sus emociones. No creo que sea tan malo como parece ser.
-En fin-dice Zeeke sacándome de mi ensimismamiento-. Mi ardiente compañero de Historia de Estados Unidos, Peter, piensa dar una fiesta en caso de que Styles gane. Ya saben, para celebrar.