Atravieso el colgante por el orificio de mi oreja y cuando los dos modelan simetricamente a los costados de mi cara, una sonrisita se despliega por mi cara; he pasado el último cuarto de hora intentando encontrar el orificio para pasarlos.
Muestro el vestido de lentejuelas doradas frente al espejo de cuerpo entero y me ocupo de encontar cualquier imperfección, ya sea en el vestido o en mi cuerpo. Es entonces cuando me doy cuenta: lo cambiada que estoy, en relación a hace unos cinco años. Esta es una comparación surgida a partir de la observación de los álbumes de fotos que encontré en las cajas del ático. Iba pasando las paginas y en cada ocasión me encontraba con una adolescente tan rubia, ingenua e impulsiva. Aquellos rasgos eran visibles en las fotos con tan solo observar mi cara, ¡que inmadura! ¡que pequeña eras! Aunque, por supuesto que algunas cosas no cambiaron jamás; mi sentido de impulsos, por ejemplo, es algo que mantengo en mi ser hasta la actualidad y de vez en cuando me agarran los ataques de ''decirlo todo''. También la ingenuidad, pues no puedo negar que cuando vi a Harry, además de odio no pude evitar sentir debilidad.
Sin embargo, muchas otras cosas cambiaron y son notables en el espejo: mi cuerpo, mas estilizado, mas formado con respecto a aquellas epocas...es algo que solo pudo ocurrir gracias al desarrollo de mi cuerpo. Mi cabello es otra de las cosas que olvide mencionar, pues desde hace unos dos años lo oscurecí un poco, al punto de tenerlo entre tonos rubios y rojizos.
Tardo unos cinco minutos mas en ponerme las pulseras de plata a gancho, pues tener que cerrarlas con mi mano menos hábil me complico las cosas. Después me calzo unos zapatos negros con tacón y el cabello permanece suelto, a ondas naturales pero peinadas.
Suspiro del cansancio; no solo me ha agotado tener que arreglarme para una cena, sino también he tenido que acomodar la casa durante toda la semana.
Después de que Louis me anunciara acerca de la cena en el Building Enterprises, todo lo que hice en los días restantes fue rellenar muebles con adornos, alacenas con comida y armarios con ropa. Por suerte, en cada ocasión que me vi obligada a recurrir al supermercado no me encontré ni con Malboro ni con su hijo. O con su perfecta y odiosa novia.
Louis me cacha justo cuando tengo la vista perdida en mis fueros internos.
-¿Estas bien?-lo veo acercandose a mi y me recompongo; no puede tener algo de lo que sospechar-. Recuerda que tenemos que salir en unos minutos.
-Perfectamente-doy otro suspiro, pero esta vez me pongo de pie (si, perdida en mis pensamientos termine sentada en el borde del jacuzzi) y pliso el vestido con las manos-. Solo distraída.
-Ese vestido queda un poco ajustado a tu silueta, ¿estas segura de que quieres usarlo?-se coloca por detrás de mi y pasa sus manos por mi cintura.
-Eso creo, ¿lo estas tú?
-Solo...no quiero compartirte con nadie mas-me da un beso en la mejilla. Su aliento huele a menta. Yo le aseguro que no estaré con nadie mas y que él es el único hasta que lo convenzo-. Esta bien, podemos írnos.
El viaje en auto procede de manera silenciosa hasta el lugar de encuentro: un edificio de quien sabe cuantos pisos con una alfombra roja en su entrada para los invitados. Un hombre me ayuda a bajar, el cual luego descubro que es quien aparca nuestro coche.
La mano de Louis se entrelaza con la mia mientras caminamos por la alfombra.
-Tu solo tienes que seguirme la corriente-susurra a mi oído.
Después de aquellas palabras, comienzan los momentos incomodos, momentos en los que él se dedica a hablar con sus conocidos del trabajo o personas muy importantes mientras yo me quedo parada a su lado, fingiendo una sonrisa que se resbala de mis labios cada dos por tres.
Los próximos diez minutos están dedicados unicamente a estos saludos, hasta que se anuncia la posibilidad de ingresar al salón principal y todos comenzamos a andar hacia adentro.
Los invitados son muchos mas de los que pensé: mientras caminamos, me siento encerrada entre un grupo de ovejas dentro de un corral, solo que estas ovejas no tienen excremento en la piel, sino perfumes Chanel y tapados carísimos.
Casi me choco por la espalda de Louis cuando vuelvo a prestar atención al frente y descubro que se ha frenado para charlar con dos sujetos mas. Esta vez, en vez de acercarme para saludar, permanezco detrás de mi chico, hasta que sea la hora de seguir caminando hasta nuestra mesa asignada.
-Tenemos muchas apuestas para este año-escucho decir a uno, que lleva un listón rojo colgado del saco-. Este que ha entrado seguro nos hará mucha pasta.
Después me pierdo en mis pensamientos y cuando vuelvo a escuchar, el mismo hombre esta diciendo:
-Si llegaramos a patrocinarle sería todo un motivo de fiesta, por eso es que lo hemos invitado esta noche.
Resoplo, ¿es que tienen que hablar de ese tipo de cosas justo cuando estoy de mal humor?
Y de repente, siento una sed que solo puede ser calmada con un vaso de champaña o algo que contenga alcohol. Me doy media vuelta, justo para chocarme con la persona que camina detrás mio.
¡No otra vez! Tengo ganas de gritar, cuando sin siquiera verle la cara, puedo persuadir que se trata de él. Cuando nuestras miradas se encuentran, el solo sonríe, como si fuera algo sin importancia.
-Ha...-
-Harry-Louis completa mi frase, apareciendo a mi lado.
Hoy tambien estoy siguiendo mi otra historia, asi que si quieren leerla ya pueden hacerlo
Saludos,
Maggie.