Me encuentro lo bastante embobada como para posicionarme de una manera más cómoda; pues cuando Harry me atrajo hacia sí, quede apretada contra el borde de mi cama, a punto de caer de costado sobre el colchón. Pero, obviamente, esas son las cosas mínimas e insignificantes de las cuales no doy atención. Esta, esta puesta sobre la rarísima situación en la que me encuentro; este idiota ha aparecido en mi habitación después de ignorarme y ahora esta besándome como si nada.
Lo cual me encanta.
Sus labios son inexpertos aunque muy suaves, como si supiera besar y a la vez no. A pesar de que el primer beso es el que no se olvida, presiento que el segundo será más memorable, puesto que en esta ocasión, ambos estamos de acuerdo y yo no tengo que obligarlo a besarme.
Mis nervios se van incrementando en cuanto sé que tendremos que separarnos para respirar, ya que la última vez que esto sucedió, Harry me cortó con sus tajante palabras donde afirmaba que prefería estar solo. Esta vez, me observa muy serio y por un momento, sus labios permanecen entre abiertos, como a punto de decir algo, pero al final, sus comisuras se elevan mínimamente y se acerca a mí de nuevo. Una de sus manos sostiene mi mentón y la otra, me toma por la cintura. Todo mi cuerpo se encuentra en un altísimo grado de torpeza, gracias a mi poca experiencia para besar; tengo una mano sobre su pecho y la otra cruzando su hombro y en cuanto a mis pies, están rígidos como una roca.
Harry parece más nervioso de lo común, lo que atribuyo por la falta de experiencia.
Jamás pensé que esto ocurriría. Se supone que la nueva etapa comenzaba apenas saliera de su casa, pero esta situación demuestra que no hay nada nuevo, no hay manera de comenzar algo nuevo cuando se trata de un chico como Harry, que nunca se sabe qué hará.
Es en ese preciso momento, —cuando estamos más juntos que nunca y parece que el beso no acabara jamás— en el que la puerta de mi habitación se toca tres veces.
—Sky, sé que prefieres estar sola pero quiero hablar contigo cariño.
Esa no es más que la voz de Robbie... ¡Robbie! ¿Qué diría mi padre si me viera besándome con un chico justo al lado de mi cama? La idea me asusta y enloquece a la vez, ¡Que escandalo se armaría!
Empujo a Harry por el pecho para separarnos, me observa confundido y herido al mismo tiempo. Le hago ademán de mantener silencio con el dedo, necesito escuchar mejor.
Parece que mi padre se ha ido, hasta que...
— ¡Sky! Vamos lindas, abre la puerta.
El rostro de Harry se contrae en una mueca de horror, pues cualquier chico enloquecería si el padre de una chica los descubriera besándose. Hago gestos hacia la ventana como única solución. El armario seria otro buen escondite, pero tengo tanta ropa guardada que el fornido cuerpo de Harry no cabría y por igual sucedería bajo la cama, donde está lleno de cajas de zapatos vacías.
—Hablaremos el lunes en el instituto. —Susurro, mientras lo empujó hacia la ventana— Ahora camina por el tejado hacia la izquierda, donde encontraras una especie de escalera de madera blanca llena de enredaderas. ¡Procura no pisarlas! O jamás le caerás bien a mi madre.
Él asiente y antes de salir por la ventana, me dirige una mirada indescifrable, como si quisiera decirme algo pero su propia lengua se lo impidiese. Otro toque en la puerta es la señal final que lo saca de mi habitación.
Corro hacia mi puerta y muevo el pestillo.
—Qué suerte que me abriste, ya creí que eras caso perdido. —dice, ingresando a mi habitación. Echa un vistazo general a todo el cuarto y se vuelve hacia mí— ¿Estas mejor o prefieres que hablemos mañana?