IX

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La gente se evade de los problemas como quiere.

Muchos salen de fiesta, otros van al gym, otros escuchan música...

Y yo... Yo me evadía con una tarrina de helado de chocolate.

Era mi gran amiga cuando necesitaba despejarme.

Le contaba mis problemas mentalmente y entonces me sentía mejor.

Me había mudado a EEUU cuando tenía 10 años, y siendo sincera no había sido igual que en las películas de Hollywood.

Me sentía la apestada.

Y entonces acudí a lo que la gente adoraba allí: dinero.

Mis padres ganaban una fortuna y entonces acabé presumiendo más de la cuenta para encajar.

Lo bueno es que funcionó.

Gané algo de popularidad y estuve saliendo con un chico bastante guapo durante unos meses.

Hasta que me rompió el corazón y entendí que el dinero no solucionaría mi corazón roto.

Empecé a acudir a fiestas tras fiestas.

Había suspendido más asignaturas que en toda mi vida.

Y entonces mis padres un día se sentaron conmigo y lo solté todo.

Pensé que no iban a entenderme.

Pero lo hicieron.

Entonces me prometí a mi misma que jamás iba a desperdiciar buenos momentos por un chico.

Y aquí estaba ahora.

Hartándome a helado.

Hasta que Sira me arrebató la tarrina.

– Se acabó.– dijo sentándose.– Llevas 3 putos días como un jodido fantasma. ¿Se puede saber qué te pasa? Llevas así desde el día de la fiesta de disfraces.

– Nada Sira.

– Maddie, una mierda. ¿De dónde volvías cuando me llamaste?

– De ningún sitio.

– Maddie, solo quiero ayudarte, me da miedo que al haberte quedado en la calle sola haya podido pasar algo grave...

– Sira, tranquila, nadie me ha puesto una mano encima.

"Bueno, ponérmela si me la pusieron, pero fue consentido"

La vi suspirar aliviada y entonces me sentí fatal.

– Tengo que contarte algo.

Ella me miró esperando a que continuase.

– Pero necesito helado para ello.

Ella me tendió la tarrina de nuevo y entonces cogí aire.

Y lo solté todo.

Ella había acabado comiendo de la tarrina también y cuando acabé de contárselo la miré.

– Maddie, no tienes de que preocuparte cielo. Fue un polvo.

– Joder Sira, le tengo un asco increíble. Y ahora mismo me lo tengo a mí. Porque soy una facilona.

– ¿Le odias?

– Sí.

– ¿No le tienes ganas?

Me quedé callada.

– Vale.– contestó Sira.– A ver, Gavi no es como tú le pintas.

– Pues lo parece.

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora