XL

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El viaje a Barcelona había sido lo más agotador de todo este tiempo.

Había tenido que despedirme de Sophie con mucho dolor, pero ambos sabían que tenían una casa a la que venir si decidían regresar a España.

Cuando llegué a España vi a todos esperándome en el aeropuerto haciendo el tonto.

Reí y abracé a Sira mientras sentía las cámaras grabarnos.

Se había acabado la privacidad para mí.

Nos montamos en los coches repartiéndonos y me llevaron hasta la puerta de mi piso.

Me bajé del coche de Pedri y Sira me lanzó las llaves de mi casa.

Las agarré al vuelo y tras despedirme ellos entré para meterme en el ascensor.

Cuando llegué a la 5° planta salí del ascensor y arrastré las maletas hasta la puerta y abrí.

Cuando entré vi que había un pasillo hecho de velitas y sonreí viendo que te llevaban hasta el jardín.

Dejé las maletas en la puerta y seguí el caminito.

Al entrar en el jardín vi a Gavi encender una vela que había en la mesita.

Me miró sonriendo y me apoyé en la puerta del jardín.

– Bienvenida a casa, Vega.

Sonreí y me acerqué para darle un pequeño abrazo.

– Tienes media hora para cambiarte.– me informó mirándome.

– ¿Qué?

– Nos vamos.

– ¿Ir dónde?

– Tenemos una cita.

Sonreí.

Me fui al baño y después de ducharme me puse una falda y un top.

Salimos de mi apartamento y me abrió la puerta del coche.

Me monté y tras montarse y abrocharnos el cinturón, arrancó.

Aparcó y levanté la cabeza viendo que me había traído a un restaurante.

– ¿En serio?– dije riendo.

Sonrió, se bajó del coche y llegó hasta mi puerta para abrirla y dejarme bajar.

Cuando entramos dejé el abrigo en la percha y miré alrededor.

– ¿Dónde está todo el mundo?

– He alquilado el restaurante para nosotros dos.

Abrí los ojos como platos.

– ¿Que has hecho qué?

Él me miró sonriendo y me apartó la silla.

Me senté y tras sentarse nos sirvió vino en dos copas que había encima de la mesa, después levantó una tapadera de metal.

Reí al ver que era lasaña. Adoraba la lasaña.

Lo miré sonriendo.

– Eres impredecible.

– Gracias, rubia.

Sonreí y empecé a comer.

Estuvo contándome lo que le costó aprobar el teórico del coche mientras me amenazaba por reírme.

Me había servido la tercera copa de vino y reí viendo que me miraba fijamente.

– ¿Qué hora es?– pregunté sonriendo.

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora