XXXIV

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Los días aquí iban pasando rápido y los chicos llegaban muertos de los entrenamientos, o al menos Gavi.

Siempre que llegaba se tumbaba en la cama y hablaba un poco conmigo mientras le hacía caricias en la cabeza hasta que se quedaba dormido.

A veces me sentía mal al verlo tan cansado.

Además no le veía mucho, así que estaba de mal humor.

– Maddie, ¿por qué has tirado el jabón al suelo?

– Se me ha caído, joder.– dije tecleando con rabia en el ordenador.

– Vale vale.– dijo Sira levantando las manos.

Suspiré y cerré los ojos soltando aire.

– Lo siento Sira, es que estoy un poco-

– ¿Malhumorada? ¿Enfadada? ¿Un poco a falta de echar un buen polvo?

– Sira.– dije mirándola.

– ¿Qué? Es la verdad, parece que tienes un palo metido por el culo nena.

Sonreí y apagué el ordenador.

– Deberías ir a verle y hacer que se distraiga un poco.

La miré sonriendo.

– No distraerle así, pervertida.

Me eché a reír y me levanté.

– Tienes razón.– dije cogiendo mi móvil.– Luego vuelvo.

Ella se despidió y salí de la habitación para andar por el pasillo.

Llegué a la habitación y toqué a la puerta.

Pedri me abrió y me miró.

– Está en la ducha.

Pasé y abrí la puerta del baño.

Estaba allí, de pie delante del espejo echándose espuma de afeitar.

Me miró y cerré para acercarme.

– Hola.– dije.

– Hola.– respondió

– ¿Te ayudo?

Asintio y me pasó la cuchilla y la espuma.

Le esparcí la espuma por la cara.

Vio que me estaba costando un poco llegar y me subió al lavabo.

Sonreí y después mojé la cuchilla y empecé a pasársela suavemente.

– ¿Qué tal el entrenamiento?

– Me duele el cuello.– dijo.

– Luego te doy un masaje.

– Gracias por venir, te quiero.

Sonreí mientras seguía afeitándole.

– He venido porque Sira estaba apunto de tirarme con un hierro en la cabeza.

– ¿Por qué?

– No verte me pone de mal humor.

Sonrió y me acarició las mejillas.

– Pensé que era el único.

Reí.

Al rato terminé de afeitarle y le limpié la cara y le eché crema.

Después me cogió por la cintura y enrosqué mis piernas alrededor de su cintura mientras me agarraba a su cuello.

– A ver ese cuello.– dije y masajeé un poco.

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora