XLIV

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Me levanté de la cama después de conseguir no despertar al oso perezoso que descansaba a mi lado.

Gavi pasaba más tiempo en mi casa que en la suya, aunque sinceramente, no me importaba.

Dormía mejor a su lado.

Fui a la cocina y decidí preparar algo decente de desayunar, así que tosté el pan y después le puse mantequilla y un poco de jamón york.

Después preparé algunas fresas y las puse en un bol.

– ¿Donde hay que firmar para encontrarme esta imagen todas las mañanas durante el resto de mi vida?

Me giré de golpe y lo miré sonriendo.

– No te acostumbres

Se acercó sonriendo y se apoyó en la encimera, delante de mí, dejándome atrapada entre la encimera y su cuerpo.

– ¿Ah no?– dijo mirándome sonriendo.

Sonreí y cogí una fresa.

Me la arrebató de la mano y se la llevó a la boca para comérsela.

– Muy rica.

– ¿La fresa o yo?– pregunté sonriendo.

– Hm...– dijo pensando.

Entrecerré los ojos sonriendo y le pellizqué en el brazo, lo que hizo que lo levantara y pude escapar.

Se echó a reír y cogió una tostada para comérsela.

Abrí la nevera y cogí el brik de leche.

– Hay que ir a comprar.

– ¿Otra vez?– dijo mirándome.

– Si no tuviera a un chico en mi casa que come por 3 personas, igual la comida duraría más.– rebatí mirándole sonriendo.

– Pero tu vida no sería igual de interesante. Además, necesito cargar fuerzas.

– ¿Para?

– No te vas a empotrar sola, y en el fútbol no puedo cansarme tampoco.– dijo cogiendo otra tostada.

Me eché a reír y cogí una tostada.

Él timbre sonó y fui a abrir con la tostada en la boca.

Sira me miró cuando abrí y me sonrió.

– Que pintas.– dijo riendo.

– Perdona Miss España, no me ha dado tiempo a cambiarme para su llegada.– dije viéndola entrar mientras cerraba la puerta.

– ¿Qué hace este aquí?– dijo Sira sentándose en una de las sillas de la isla de la cocina y señalando a Gavi.

– Porque soy su novio, ¿qué haces tú aquí?– contraatacó Gavi cogiendo una fresa.

– Vengo a secuestrar a mi mejor amiga para llevármela al spa y al centro comercial. ¿Tú que haces por ella?– soltó Sira.

– Le echo polvos para que no esté tan amargada cuando te vea.– dijo este cogiendo otra fresa.

– Gavi.– dije mirándole.

– ¿Qué?– preguntó con la fresa en la boca.

Sira nos miraba indignada.

Sabía que no se había enfadado.

Últimamente ambos se picaban para ver quien me hacía más feliz.

Y sinceramente lo estaba disfrutando, en ambas partes.

– Cámbiate guapa, que nos vamos a ligar.– dijo Sira.

– A ligar ni de coña.– soltó Gavi llevando la vista desde ella a mí.– Nena...

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora