Llegué a la habitación y empecé a tirar la ropa por el suelo buscando así un poco de desahogo, cosa que no funcionó.
Me senté en el suelo y empecé a llorar.
Entonces la puerta se abrió y de un momento a otro Sira estaba agachada en el suelo conmigo.
– ¿Qué ha pasado?
Se lo conté todo y entonces me abrazó muy fuerte.
– ¿Sabes qué? Él decide en su vida, pues tú en la tuya, así que haz las maletas y pide un billete.
– Pasado mañana es el partido Sira.
– Ya, pero no voy a permitir que estés allí para apoyarle.
– Quiero ver a los demás.
Sira soltó un suspiro y asintió suavemente.
– Está bien, pero quiero que en cuanto termine el partido, te vayas.
Reí suave.
– Parece que me estás echando.
– Lo hago.– dijo sonriendo.– Te estoy echando porque quiero verte ya en ese jodido anuncio. Cumpliendo todas tus metas.
Sonreí mientras ella limpiaba mis lágrimas.
– Está bien, me iré después del partido.
– Esa es mi chica.
Me abrazó y yo la miré sonriendo.
El día había llegado.
Sira había estado subiéndome la comida a la habitación a escondidas para que no tuviera que salir y verle.
Lo agradecí enormemente.
Había comprado un billete de avión para esa misma madrugada.
Así que cuando acabase el partido, Sira iba a llevarme al aeropuerto.
Me vestí poniéndome un top negro y un pantalón cargo de color rosa pastel.
Después Sira y yo nos fuimos al estadio.
Y los chicos salieron a calentar.
Vi que me miraba, pero no estaba dispuesta a mirarle de vuelta.
Después de aquello, el partido empezó.
Los nervios se palpaban en el aire y había tensión de parte de ambos equipos.
La primera parte no trajo demasiadas alegrías, aunque tampoco nos habían marcado.
Después la segunda parte empezó y aunque había algún que otro susto por ambas partes, no llegábamos a marcar.
La segunda parte acabó y se inició una prórroga.
Miré a los chicos triste, porque sabía que estaban cansados.
La primera parte de la prórroga tampoco dejó goles y todo el mundo estaba desesperado, tanto nuestra afición como la rival.
La segunda parte de la prórroga fue más o menos de lo mismo.
Y entonces, llegaron los penaltis.
De repente el tiempo se me pasó muy rápido, y tras ser consciente de que acabábamos de fallar tres penaltis, supe que acabábamos de perder.
Se acabó.
Los chicos se sentaron en el césped del campo y empezaron a llorar.
Gavi miraba a la nada aguantando el llanto y tuve ganas de saltar todas las gradas e ir hasta él corriendo.
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𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo Gavi
Ficção AdolescenteMaddie lo tenía todo, dinero, amigas, novios... Estaba de visita por España para pasar un tiempo con una vieja amiga, la cual la llevaría con ella para pasar tiempo con sus amigos y también jugadores del equipo FC Barcelona. Por primera vez las cos...