LIV

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Solo Sira podía decirme la noche antes de su boda que se casaba.

Así que tuve que volver al apartamento a por ropa para volver a Barcelona al menos un par de días.

Y allí estaba.

Habíamos dormido en el avión, pero obviamente no había dormido una mierda.

Nuestra vecina se había quedado con la niña, así que por esa parte me quedaba tranquila.

Cuando bajamos solté un suspiro de cansancio.

Pero todo el mal humor se me fue cuando vi a Pedri apoyado en su coche con una sonrisa enorme.

Sonreí y fui corriendo hasta él para darle un abrazo.

Le había echado de menos.

Pedri me dejó en mi antiguo piso y al entrar sonreí viendo un vestido colgado de la lámpara del salón.

Sabía que Sira había pensado en todos los detalles antes de hacerme venir de manera inesperada.

Iba a matarla. Pero después de la boda, claramente.

Comí algo con tranquilidad y después me di una buena ducha y empecé a prepararme.

Un rato después, llamaron al timbre y abrí.

– Preciosa.

Sonreí y le dejé pasar.

– ¿Qué tal por Francia? Tienes que llevarme algún día.

Miré a Pedri con una sonrisa.

– Genial, Álvaro y yo estamos...

– Espera, ¿estás saliendo con el chico aquel?

Asentí con una sonrisa mientras me ponía los tacones.

– Vaya, eso sí que no me lo esperaba. ¿Vais en serio?

– Supongo, no es algo que hayamos hablado mucho.

Me miró sonriendo y se acercó.

– Vámonos

– ¿Vas a llevarme tú?– dije sonriendo.

– Claro, soy tu guía espiritual.

Le pegué en el brazo y salimos de casa para montarnos en su coche.

El camino era tranquilo y en parte había echado de menos esos silencios tranquilos con Pedri.

Cuando llegamos a la Iglesia fui a saludar a los padres de Sira y entré en la Iglesia para ir a saludar a Ferrán.

Abrió los brazos con una sonrisa y le di un abrazo.

– Menuda sorpresa ¿eh?– dijo sonriendo.

– La voy a matar cuando os hayáis dado el "sí quiero", que lo sepas.

Se echó a reír.

– ¿Nervioso?– pregunté sonriendo.

– Estoy que me cago.– admitió.

Me tapé la boca en un intento de aguantarme la risa, cosa que no funcionó.

Después me fui a mi asiento y miré a Pedri, que estaba sentado a mi lado.

Entonces alguien llegó para ponerse a mi lado y casi me ahogo.

Gavi estaba parado a mi lado, con el pelo echado hacia atrás, con un traje negro y una pajarita del mismo color.

Me obligué a mirar al frente antes de ponerme a llorar de nuevo.

Entonces la música nupcial empezó y sonreí centrándome en mi amiga, que estaba entrando por la puerta vestida de blanco y preciosa.

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora