XXV

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Llegué a la habitación después de una parada rápida a un hospital cercano.

Por suerte no había sangrado mucho y los médicos me dieron algún punto.

Me dijeron que no era tan grave como parecía a simple vista y que no tardaría mucho en curarse.

Fabio me había escrito para saber como estaba y le contesté resumiéndole un poco por encima.

Estaba molesta con él por haber caído en las trampas de Gavi.

Pero también estaba molesta con Gavi, porque siempre tenía que meterse de por medio en todo lo que hago.

No me habla, pero tampoco quiere dejarme en paz.

Sira me sentó en la cama con cuidado y la miré sonriendo un poco.

– Sira, tengo el labio hinchado, no estoy paralítica.

– Me da igual Maddie.– dijo sentándose a mi lado y poniendo hielo en mi labio superior.– Parece que te has puesto bótox gratis.

Me eché a reír y la miré fijamente.

– Voy a bajar para salir a cenar con Ferrán ¿estás segura de que quieres que me vaya?

– Ve tranquila Sira, puedo moverme.

Asintió no muy convencida y después de arreglarse me insistió en que si necesitaba algo que la llamase urgentemente.

Pedri me escribió al rato y decidí que iría a verle a la habitación.

Cuando llegué toqué a la puerta y esperé.

La puerta se abrió, pero no era la persona a la que buscaba.

Gavi me miró fijamente mientras apretaba un papel sobre su labio y yo me giré para pirarme de allí.

– Maddie.

Me paré a mitad de camino y entonces volvió a hablar.

– Me sangra el labio y no encuentro el botiquín, necesito ayuda.– murmuró

Solté aire y me acerqué a la puerta para entrar y cerrar.

– ¿Has probado a mirar en el baño?– dije mirándole.

Él negó y fui al baño, abrí el mueble y vi un pequeño botiquín.

Lo levanté en el aire para que lo viese y después lo miré.

– Siéntate, voy a curarte eso.– murmuré.

Se sentó en su cama y abrió las piernas para dejar que me metiese entre medio de ellas, abrí el botiquín y saqué algodón y un botecito.

– ¿Qué es eso?– dijo mirándome.

– Cállate.– dije y eché agua oxigenada en el algodón.– Te va a escocer.

Llevé mis manos a su cara y me acerqué un poco para ver mejor, después puse el algodón encima de su labio y cerró los ojos quejándose en voz baja.

– Te aguantas, si eres gallito para provocar peleas, sé igual de gallito para soportar las heridas.

– Maddie, lo siento.

– Ya.– espeté.

– ¿Qué tal tu labio?

– Bien, ha bajado la hinchazón pero tengo que curarme de vez en cuando.

Asintió mirándome mientras daba toquecitos con el algodón en su labio.

– ¿Y Fabio?

– ¿En serio?– dije mirándole.– ¿Por qué? ¿Quieres segundo round o qué?

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora