XIX

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Llevaba 3 meses en Nueva York haciendo la misma rutina todos los días.

Levantarme, prepararme, ir al hospital y sentarme allí a esperar.

Aquella tarde mientras esperaba vi que Sira había subido una foto de los chicos calentando en un partido.

Sonreí y decidí llamarla. Lo cogió al primer tono.

– Heeey.– dije en un tono bajito.

– Hola ¿cómo estás?

– Bien, aunque esto está siendo muy duro, he visto a su madre el otro día y me abrazó fuerte... Me entraron ganas de llorar.

– ¿No ha despertado todavía?

– Que va. Lleva así 3 meses y siento que esto no pinta bien.

– No seas boba, seguro que sale de ello.

– Ojalá ¿y tú? ¿Qué tal?

– Bien. Los chicos han jugado un partido esta tarde.

– ¿Han ganado?

– Sí, pero les ha costado.

Tragué saliva temiendo lo que iba a contestarme a la pregunta que llevaba tiempo queriendo hacerle.

– ¿Y Gavi?

– No lo sé Maddie, solo le vemos en los partidos y ni siquiera habla con los chicos.

Se me hizo un nudo en la garganta y amenazaba con reventar en unos instantes.

– Sira... Luego te llamo, necesito ir al baño.– mentí.

Nos despedimos y en cuanto le colgué, fui al baño y empecé a llorar.

Siendo sincera no recuerdo cuanto tiempo me pegué en aquel cubículo llorando.

Pero últimamente era lo que mejor se me daba: llorar.

Lloraba de noche, lloraba de tarde, de mañana, de madrugada...

Mi vida se resumía en venir al hospital y llorar.

Cuando salí del baño vi a Jessica llegar hasta mí y agarrarme de los hombros.

– Ha despertado, Maddie.

Abrí los ojos y salí corriendo hacia la habitación viendo a sus padres llorar, pero esta vez de alegría.

Los ojos de Jake se encontraron con los míos y me acerqué para abrazarle.

– Hola Maddie.– dijo susurrando.

Me separé sonriendo y lo miré.

– Bienvenido de nuevo, Jake.

Él sonrió y entonces me agarró y me dio un beso.

Me separé rápidamente y entonces salí de allí.

Al llegar a casa avisé a mis padres de que ya había despertado y después me fui a la cama.

Me metí en Whatsapp y vi que estaba conectado.

Quería. No. Necesitaba hablarle.

Echaba de menos escucharle.

Llevaba 3 meses sin escuchar su voz y me estaba matando por dentro.

Aunque sabía que iba a tener que esperar un poco, al menos un mes, hasta que las cosas se normalizaran por aquí.

Durante el mes siguiente, estuve en casa de Jake ayudándole cuando sus padres tenían que trabajar.

– Me alegra que hayas vuelto.

𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora