Había acabado yendo con Gavi a Formentera y la verdad es que estábamos de maravilla.
Obviando la presencia de su amigo Cristo, que no sabía muy bien que es lo que quería porque unas veces no apartaba la mirada de mí y otras veces ni me miraba.
Las amigas de Gavi eran majísimas y enseguida me hicieron sentir parte de su grupo.
– ¿Qué tal con Gavi?
– Bien, es un amor y me cuida mucho.
– Quién lo diría, que nuestro Gavi iba a echarse novia y lo peor, que iba a ser cariñoso.
Me reí y me eché un poco de bronceador.
Era impresionante el color que estaba cogiendo aquí.
Gavi llegó hasta mí y me dio una sonrisita.
– ¿Dónde está el amor de mi vida?
Sonreí y abrí los brazos para que me estrechara contra sus brazos.
Me agarró y cogiéndome en brazos nos tiró a ambos al mar.
Empecé a nadar riéndome y le salpiqué mientras se reía.
Subimos al barco de nuevo y fui a la nevera a por agua.
– Oye, ¿podemos hablar?
Me giré encontrándome con Cristobal y cogí la botella de agua.
– Claro, hablemos.
– Pero no aquí, mejor dentro, no me apetece que todo el mundo se entere de lo que tengo que hablar contigo.
Asentí y bajamos a las habitaciones del barco.
Nos metimos por el largo pasillo y me agarró la mano para que me detuviera.
– Esto es difícil para mí.– dijo mirándome.
– Habla.– ordené.
– Me atraes, Maddie, me atraes muchísimo.
– Cristo, ¿por qué coño me dices esto? Estoy saliendo con uno de tus amigos.
– Lo sé, y me mata. Porque él te tiene y yo no.
Lo miré frunciendo el ceño y sin entender ni una sola palabra de lo que me estaba diciendo.
– Cristo, gracias por fijarte en mí, pero no tengo nada que añadir al respecto. Estoy saliendo con Gavi y soy la chica más feliz del mundo. Fin.
– ¿Y ya?
– ¿Y ya? ¿Qué más quieres que te diga? No me gustas y nunca podré verte de otro modo que no sea el amigo de mi novio.
Me miró fijamente y entonces agarró mi mano.
– ¿Qué haces?– espeté intentando soltarme, pero hizo más fuerza.
– Quitarme las ganas.– respondió.
Al principio no lo entendí, pero después se abalanzó sobre mis labios a una velocidad impresionante.
Empecé a luchar por separarme y darle una buena bofetada.
Pero entonces llegó lo peor.
– ¿Qué cojones es esto?
Cristobal se separó de mis labios y vi a Gavi parado delante de nosotros.
Miró a su amigo y entonces me miró a mí.
Me dio una mirada que no me gustaba nada, y sabía que acababa de joderse todo.
Entonces agarró a su amigo y le asestó un puñetazo, lo que me hizo soltar un chillido.
Después me miró.
– Vete.
– ¿Qué?
– Estoy diciendo que te largues, no quiero verte.
– Gavi, escúchame, por favor, puedo explicarlo.
– ¿Qué puedes explicarlo? ¿Vas a explicarme por qué cojones he visto a mi novia comiéndose la boca con mi amigo?
Lo miré fijamente.
Entonces me agarró por los hombros y tras llegar a la orilla me dejó en la arena, sola.
Empecé a llorar y tecleé el número de la primera persona a la que tenía delante.
– ¿Maddie?
– Sira, ¿dónde estás?
Llegué a Ibiza en un abrir y cerrar de ojos y en cuanto nos vimos me lancé a llorar en sus brazos.
Me acarició la espalda de arriba a abajo y yo me desahogué.
Unas horas más tarde nos fuimos a su habitación del hotel y me miró.
– No me creo que no te haya dejado explicarlo.
– Me ha mirado con asco, Sira.
– Maddie cariño, que le den ¿vale? No puedes esperar a que te dé un permiso para hablar o explicárselo.
– No podía moverme, Sira, estaba atrapada y cuando quise soltarme ya fue tarde.
Entonces volví a llorar.
Aquella noche, Sira quiso que saliera con ella y sus amigas, pero no tenía ganas, así que se fue dejándome sola en la habitación.
Sola con mis problemas.
Me pegué horas y horas llorando hasta que ya no pude más.
Me llegó un mensaje y cogí el móvil corriendo para ver de quien se trataba.
Cristobal me había mandado un mensaje, pidiéndome disculpas.
Pero de nada iban a servir.
Él no iba a volver a hablarme.
Cuando ni siquiera yo había tenido la culpa.
Miré el móvil y tras bloquearle, lo lancé con todas mis fuerzas estampándose contra la pared que tenía frente a mí.
Me agaché llorando y miré la pantalla estallada.
Entonces supe que necesitaba irme.
Y tal vez, para no volver.
Así que intentando no cortarme, busqué entre mis contactos y marqué su número.
– Gavi... soy yo. Supongo que estás enfadado y que no quieres hablarme, y te entiendo, solo quiero decirte que nunca llegué a besarle, fue él porque dijo que le atraía. Voy a irme de Barcelona un tiempo, con Álvaro y su hija... Espero que al menos escuches este mensaje y puedas perdonarme, algún día. Gracias por todo y...– me empezó a temblar la voz.– No olvides que te quiero, ¿vale?– empecé a llorar y dejé el mensaje en su buzón de voz.
Me levanté del suelo y después me vestí con algo de ropa de Sira, salí a la calle y entonces cogí un tren que me llevara hasta Barcelona.
Cuando llegué, recogí mis cosas y después de llamar a Álvaro, cogí un billete de avión y salí hacia el aeropuerto.
Cuando llegué a Francia, Álvaro y Sophie me esperaban en el aeropuerto.
Llegué hasta ellos con una sonrisa y tras coger a Sophie en brazos, Álvaro me envolvió en un abrazo que me hizo volver a llorar.
Fui con ellos hasta su apartamento y entonces tras dejarme en la habitación a solas, me senté en el suelo para pensar con claridad.
No sabía si volvería a escribirme, pero sabía que no podía seguir esperándole toda la vida.
Esperando a que cambiara algo entre nosotros.
Nos habíamos querido, y mucho.
Pero entonces me di cuenta mientras estaba sentada en aquel suelo frío y con la vista de la Torre Eiffel de fondo, que a veces el amor no basta.
Y que ya era hora de coger otro tren.
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Eh... ¿qué acaba de pasar?
Para la gente que quería drama, aquí lo tenéis.
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𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilMaddie lo tenía todo, dinero, amigas, novios... Estaba de visita por España para pasar un tiempo con una vieja amiga, la cual la llevaría con ella para pasar tiempo con sus amigos y también jugadores del equipo FC Barcelona. Por primera vez las cos...