Acababa de meter la pata hasta el fondo.
No solo porque acababa de ponerle los cuernos a Álvaro, sino porque me había prometido a mí misma que este círculo vicioso iba a acabar.
Me separé de sus labios y de la rabia, le solté un bofetón en la cara.
Él giró la cara y entonces me miró.
– ¿Eso a qué viene?
– Porque te odio. No puedes volver, ni yo puedo volver a ti, lo nuestro acabó.
– Maddie, ¿quieres a Álvaro?
– Sí.
– Mientes.
Lo miré fijamente.
– No miento Pablo, pero quieres creer que sí porque así sigues subiéndote el ego. Ya te lo he dicho, lo nuestro murió hace dos años, en aquel barco.
– Joder Maddie, hable con Cristo y me lo contó todo, también me pidió disculpas y se disculpo contigo también delante de mí. Sé que no estuvo bien lo que hice.
– Gavi, siempre que discutimos la cagas y luego vuelves diciendo que sabes que lo hicistes mal, pero nunca lo cambias.
– Perdón por tener temperamento.
– Eso no es temperamento Gavi, es una relación tóxica, no puedes echarme del barco sin al menos haberme dejado hablar. Imagínate que hubiera estado violándome, ¿ni siquiera me habrías dejado hablar?
Le vi tragar saliva y supe que le había dado donde dolía.
– Me dejaste allí, tirada y encima has esperado dos años, dos putos años para venir y decirme que ya lo sabías todo.
– Maddie.
– No. No podemos seguir así. Intento avanzar, hacer mi vida, pero siempre hay una piedra en el camino, que me sigue, y me lo hace todo más difícil.
Sabía que le dolía lo que le estaba diciendo, pero era la verdad.
No podría progresar a su lado si no cambiábamos las cosas.
– No puedes decir que yo he sido una piedra en tu camino.– dije.– Porque aún sabiendo que lo hice mal al irme a Nueva York, fui a buscarte a Qatar para hablar contigo, para colmo no quisiste hablar conmigo, y cuando intenté hablar con un chico, volviste, para después volver a ignorarme.
– Joder Maddie, ya sé que la he cagado, y soy el primero que quiere dejarte ir, que hagas tu jodida vida, que seas feliz. Pero me ahoga verte sin mí.
– ¿Solo te acuerdas de mí cuando me tienes delante? Porque que yo sepa no me escribiste ni una sola vez para hablar las cosas.
– Me tienes bloqueado.
– Podrías haber llamado, y si no lo cogía, al menos ya lo habías intentado.
Le vi suspirar.
– No puedo seguir en este bucle, Gavi.
No le dije nada más y me fui hasta la charca donde nos habíamos encontrado al principio de la noche.
Al rato, sentí una mano en mi hombro y me limpié las lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
Pedri me miraba desde arriba.
– Voy a llevarte a casa, creo que ya has tenido demasiado por hoy.
Me agarró levantándome y tras sacudirme el vestido fuimos hasta su coche.
Una vez dentro, encendió el aire acondicionado y nos abrochamos el cinturón.
Arrancó y condujo, en silencio.
Yo tampoco tenía mucho que decir.
– Sé lo que ha pasado, y sé que te odias ahora mismo por haberle hecho eso a Álvaro.
Lo miré y continuó hablando.
– Ha estado estos dos años preguntando donde podía encontrarte, pero como bien sabes, además de Sira, no lo sabía nadie. Ha estado estos dos años perdido. Voy a darte dos consejos, uno como amigo y otro como desconocido.
Tragué saliva mirándole.
Él no apartó la mirada de la carretera en ningún momento y su voz era dulce, tranquila.
Me encantaba hablar con él, porque nunca te presionaba, te daba tu espacio y simplemente te daba los consejos que creía convenientes para que tú mismo decidieras.
– El primero es como amigo, amigo de ambos: él te quiere, demasiado, así que dale tu apoyo para que cambie e intentad buscar la solución juntos.
– ¿Y el otro?– hablé por fin.
– El consejo como desconocido sería: hazle sufrir y que sepa que no va a poder tener siempre lo que quiera. Si quiere algo, que se esfuerce por conseguirlo.
Sonreí suavemente y le vi sonreír mientras conducía.
– Lo vuestro nunca ha sido sano desde el principio, porque las relaciones que llegan desde el odio a veces se envenenan. Por eso la rabia y los celos siempre han podido más con vosotros.
Miré al frente.
– ¿Eres feliz con Álvaro?
Volví a mirarle y solté un suspiro.
– Sí, soy feliz. Pero ya sabes, él no va a discutir conmigo por el fútbol, él no va a tirarme a la piscina aunque yo le haya dicho que no, no va a comerse toda la comida de mi despensa, no va a venir a recogerme a cada sitio al que vaya. Sí, soy feliz, pero no lo suficiente.
– Pues entonces habla con él, puedes contarle lo del beso si lo deseas, y si no, dile que le quieres, pero no sientes que eso sea una relación.
Asentí y entonces una de sus manos me acarició la cabeza despeinándome.
Reí y por primera vez apartó la vista de la carretera para mirarme con una sonrisa en la cara.
El resto del camino fue en absoluto silencio por parte de ambos.
Lo único que se escuchaba era la radio de fondo y el rugido del motor.
Cuando llegamos a la puerta de mi casa, aparcó y me miró con una sonrisa.
– Me alegra que estés aquí.– dijo sonriendo.
– A mí también, os echaba de menos, y echaba de menos Barcelona.
– Nosotros también te echábamos de menos, Maddie.
Me desabroché el cinturón y me estiré para darle un abrazo.
Él me dejó hacerlo y envolvió sus brazos por mi cuerpo y me acarició la espalda de arriba a abajo.
No sabía que necesitaba tanto un abrazo como ese hasta que me lo dio.
– Bueno, te dejo tranquilo ya.– dije apartándome con una sonrisa.– Y gracias, por todo.
– No me las des, siempre ayudo a mi hermanita pequeña.– dijo despeinándome.
Me reí.
Ojalá si que hubiéramos sido hermanos.
Tenía suerte de tenerle.
Me despedí y me bajé del coche y tras verle irse, entré en el portal, subí por el ascensor y entré en el apartamento.
Me puse el pijama y me tumbé en la cama, pensando.
Pensando en esas dos opciones que me había dicho Pedri.
Y ya sabía cual elegir.
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Capitulito pa' ustedes.
Espero no ser la única que se está muriendo de calor. ¿Desde donde me leéis?
Os veo en el siguiente je je 🫶🏻
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𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐁𝐎𝐘 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilMaddie lo tenía todo, dinero, amigas, novios... Estaba de visita por España para pasar un tiempo con una vieja amiga, la cual la llevaría con ella para pasar tiempo con sus amigos y también jugadores del equipo FC Barcelona. Por primera vez las cos...