Cuando Nari conoce al nuevo estudiante de la Academia Decelis no hay momento en que pueda parar de pensar en su lindo rostro. Desde entonces, solo tiene una pregunta en la cabeza: ¿Es amor?
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Park Sunghoon es un joven estudiante de familia acau...
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4 llamadas perdidas de Park Sunghoon.
Deslicé mi dedo sobre la pantalla para eliminar la notificación y volví a dejar el teléfono sobre la mesa, apagado. El aparato había pasado largas horas en modo silencioso, pero el ruido que había en mi cabeza me aturdía.
No sé cuánto transcurrió hasta que la mano de Bora se posó sobre mi hombro, distrayéndome.
—Oye, Nari.
Observé con sorpresa su rostro. Ella me miraba preocupada, con un ceño fruncido y sus labios abultados.
—¿Qué pasa? ¿No tienes hambre?
Negué como respuesta, desviando la mirada hasta el plato que yacía frente a mí. La mitad de mi almuerzo sobre este seguía intacto, y aunque no me agradaba aquello, estaba segura de que permanecería así por un poco más.
Sentía un hueco en el estómago, pero no uno que pudiera llenarse fácil y simplemente con comida. La sensación era mucho más extraña e incómoda pues era como si hubiera algo dentro de mí que se encargaba de recordarme que yo era la peor amiga del mundo, y me drenaba la energía.
No estaba totalmente tranquila con el hecho de que Park Sunghoon fuese la primera persona en saber de mis sentimientos por un chico, y justo eso me carcomía por dentro.
Estaba perfectamente consciente de que parecía estúpido, pero para mí resultaba demasiado.
Cerré los ojos e intenté olvidar todo, reacomodando mi cuerpo sobre el asiento: necesitaba dejar de pensar en lo que había hecho.
—No, no mucha. —respondí.
Me sentaba verdaderamente mal mentirle y ocultarle algo como esto a Bora. Sin embargo, sabía que no haría más que cuestionarme hasta el cansancio, así que realmente esperaba que por el momento fingiera creerme y no hiciera más preguntas.
¿Cómo podía decirle que me gustaba un chico y que se lo había contado a alguien más antes que a mis amigas? No había manera.
Llevé la atención hasta la castaña.
—¿Quieres irte ya? —cuestionó, una pequeña sonrisa comenzó a formarse en su rostro. Supuse que aquella era su manera para intentar que me sintiera tranquila, porque en verdad había funcionado en ocasiones anteriores.
Pero esta vez apreté los labios. Por un lado, no tenía ganas de hacer cosa alguna más que descansar en mi cama, pasar el rato y lograr despejarme; pero, por el otro, había otra cosa que debía hacer primero.
Con todo el tema de Sunghoon y su ayuda con Niki ahogando a mi cerebro, lo que menos quería era releer o siquiera pensar en aquel mensaje que le envié por la noche, pero ahora no me quedaba más que aguantar el arrepentimiento. Gran parte del motivo por el que no había vuelto a tomar mi celular desde que desperté era esto mismo.
