Cuando Nari conoce al nuevo estudiante de la Academia Decelis no hay momento en que pueda parar de pensar en su lindo rostro. Desde entonces, solo tiene una pregunta en la cabeza: ¿Es amor?
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Park Sunghoon es un joven estudiante de familia acau...
❛ Creo que es verdad, pero pretendo que no lo es. ❜
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La primera noche en el hospital pareció ser la más larga de toda mi vida.
A pesar del cansancio que aún pesaba sobre mis párpados, sabía que no había dormido mucho. Desperté a mitad de la noche, desorientada, y lo primero que noté fue la oscuridad que llenaba la habitación. La única luz que lograba distinguir provenía de una línea fina y plateada que se filtraba por debajo de la puerta.
Giré la cabeza lentamente, permitiendo que mis ojos se acostumbraran a la penumbra. Todo a mi alrededor era un montón de sombras, siluetas apenas distinguibles de los muebles y de equipos médicos que me rodeaban.
Hice luego un esfuerzo consciente por moverme aunque fuera un poco, comenzando con mis piernas. Sin embargo, cada centímetro que lograba desplazar me costaba una tremenda cantidad de energía. Finalmente, sentí un pequeño movimiento en mis pies, y después de unos minutos, un ligero temblor recorrió mis pantorrillas.
Seguí intentando, y cuando logré mover un poco más mis piernas, una presión incómoda en el estómago bajo me alertó de la necesidad que tenía de ir al baño. La sensación era inconfundible, y aunque la presión no era aún insoportable, sabía que no podría ignorarla por mucho tiempo.
Caminar solo un poco parecía una tarea sencilla, pero en mi estado, incluso ese pequeño trayecto hasta la puerta del baño que estaba a través del cuarto iba a ser un desafío. Así que respiré hondo, tratando de reunir la fuerza necesaria para levantarme. Deslicé lentamente las piernas hacia un lado de la cama, sintiendo el frío del suelo cuando mis pies tocaron las baldosas.
Me apoyé en el borde de la cama, usando mi mano libre para estabilizarme mientras intentaba ponerme de pie. La habitación se balanceó ligeramente a mi alrededor cuando me erguí, y tuve que agarrarme al soporte del suero que habían usado conmigo para no perder el equilibrio.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, logré ponerme de pie, aunque tambaleé un poco. Mi brazo izquierdo se sentía inusualmente pesado con el yeso blanco que lo envolvía. Y aunque intenté moverlo, el yeso era rígido, limitando mi movimiento y recordándome con cada intento lo frágil que me sentía.
Fue frustrante, por lo que en ese momento no pude evitar soltar un suspiro ruidoso que resonó en la silenciosa habitación.
El sonido se expandió, volviendo a mis oídos con una extraña claridad. Fue entonces cuando noté algo que no había percibido antes: un tenue movimiento en la oscuridad, justo donde estaba el pequeño sofá junto a la camilla.
Sentí un ligero cambio en el ambiente, como si alguien más estuviera en la habitación conmigo. Detuve mi respiración por un instante mientras intentaba agudizar mis sentidos. Un sonido suave, como un murmullo apenas audible, se mezcló con el susurro de las máquinas a mi alrededor, seguido de un ligero bostezo.
