Cuando Nari conoce al nuevo estudiante de la Academia Decelis no hay momento en que pueda parar de pensar en su lindo rostro. Desde entonces, solo tiene una pregunta en la cabeza: ¿Es amor?
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Park Sunghoon es un joven estudiante de familia acau...
❛ ¿Por qué cuando hacemos contacto visual, antes de darme cuenta, empiezo a sonreír? ❜
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──── SUNGHOON
Ya sentado en la acogedora sala privada del karaoke, me encontraba anonadado por la pasión desbordante de Nari. Su voz resonaba con entusiasmo, combinándose con la música que llenaba la habitación.
Ella decidió aventurarse a cantar "Ding Ding Dong" de LOONA, una elección que reflejaba su entusiasmo por el grupo. Al principio, su actitud mostraba cierta timidez, una especie de nerviosismo que se reflejaba en su mirada y en su manera de abordar la canción. Pero a medida que avanzaba la melodía, pareció sumergirse por completo y en algún punto, pareció incluso olvidar que yo estaba ahí, compartiendo el momento con ella.
La intensidad de la canción parecía haberla transportado a otro lugar, dejándome en un segundo plano. Fue como si hubiera entrado en su propio mundo, conectando con la letra y dejando de lado cualquier preocupación.
A medida que la canción progresaba, me encontré completamente absorbido por la emotividad que transmitía. Tenía una voz que nunca antes había escuchado, una combinación perfecta de tonos dulces y emocionantes que llenaban la habitación con una energía única y cautivadora.
A pesar de estar frente a mí en la pantalla del karaoke, las palabras que Nari entonaba pasaban desapercibidas para mí.
Su talento fue una revelación para mí esa noche, y aquello fue en lo único en lo que me centré. Cada nota que salía de sus labios era como una melodía que acariciaba mis sentidos, desatando emociones que hasta ese momento permanecían ocultas en mi ser.
Una conexión misteriosa se forjó entre su canto y mis pensamientos más íntimos. Y mientras observaba en silencio, me di cuenta de lo afortunado que era estar presente en ese momento.
Cuando la canción llegó a su final, no pude evitar aplaudir efusivamente. Ella, con un gesto teatral, fingió una reverencia altanera, provocando una risa en ambos.
En ese pequeño rincón, con Nari sonriendo frente a mí, encontré una sensación de calma y plenitud que hacía mucho tiempo no experimentaba.
—Eso fue genial. Debo admitirlo.
Quedé impresionado por la forma en que Nari cantaba, y no pude evitar elogiarla. Pero cuando ella me instó a que yo lo hiciera, sentí una mezcla de diversión y timidez.
—Olvídalo, no soy bueno cantando. —le confesé.
De repente, sin darme cuenta, Nari me agarró del brazo y me llevó hacia la consola del karaoke.
