19. El éxtasis después del infierno

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𝑳𝒆𝒚𝒔𝒂 𝑭𝒂𝒓𝒓𝒊𝒏𝒈𝒕𝒐𝒏

El ambiente en el castillo era vibrante y lleno de emoción ante el esperado partido entre Gryffindor y Slytherin. Todos parecían estar en movimiento, ansiosos por presenciar el enfrentamiento, especialmente porque sería el primer juego de Ron. Mientras me dirigía hacia el gran comedor, divisé a Ron esperando en un rincón, aparentemente indeciso sobre si entrar o no.

- ¿Todo bien? -pregunté acercándome a él.

- Sí, todo está bien -aseguró, pero su expresión delataba cierta inquietud-. Lo que pasa es que hoy es mi juego y...

- Claro, todos están hablando de eso -sus palabras provocaron un leve cambio en su semblante-. No me refiero a burlas, en realidad mencionaban a tu casa.

Ron palideció al oírme.

- Tal vez debería retractarme y huir antes de convertirme en el blanco de todas las burlas -sonreí ante su comentario.

- Solo se vive una vez, Ron. Creo que deberías aprovechar esta oportunidad. Si fallas, todos lo olvidarán en unos días -le aseguré.

- Tu forma de animar me causa alegría, pero también náuseas, sin ofender -se acercó a mí-. Creo que tienes razón, además, no importa si fallo.

- Así es.

Caminamos juntos hacia el gran comedor mientras observábamos pasar a muchas personas cantando emocionadas por el partido. En la distancia, divisé a dos de mis amigos: Theodore iba cantando alegremente, mientras Blaise tenía una expresión seria, como si deseara fervientemente que alguien se acercara y alejara a Theodore de su lado.

De repente, Pansy nos empujó al pasar entre nosotros dos. Aún se encontraba enfadada, pero yo había prometido no provocar más problemas de los que ya tenía.

- Deberías dejar de apoyar a perdedores como Weasley -se rió y continuó su camino.

- Lo harás bien, Ronald -le dije, y al entrar al gran comedor, me dirigí directamente hacia donde estaban Theodore y Blaise.

- ¡Gracias a Merlín! - exclamó Blaise mientras se levantaba de su asiento para que yo ocupara su lugar junto a Theodore.

- Lamento la demora, estaba buscando a Draco, pero no lo encontré - dije mientras miraba a Blaise al sentarse frente a mí. - Sé que ustedes saben dónde está.

- ¿Cómo puedes afirmar que lo sabemos? - preguntó Theodore.

- Lo sé, lo sé - respondí mirando a Blaise. - ¿Dónde se fue?

- Tiene asuntos pendientes que atender, supongo que no durmió anoche por eso - asentí. - No deberías preocuparte por él, sabe cuidarse solo.

Asentí y dejé que la conversación fluyera. Mientras todos comenzaban a retirarse, esperé a que Hermione se levantara junto a sus amigos. Era evidente que era de ella de quien debía protegerme, la había visto observándome en clase y temía ser descubierta. Sabía que Harry ya tenía sospechas sobre Draco, no permitiría que también sospecharan de mí.

Una vez que todos se fueron, caminé hacia la oficina del profesor Slughorn, recordando la reunión con los demás profesores. Entre ellos estaban McGonagall, Snape y, por supuesto, Hermione.

- Realmente tiene una gran cantidad de frascos para sus pociones - comentó Hermione mientras observaba el mueble repleto de ingredientes.

Recuerdo la sonrisa orgullosa de Slughorn.

- Claro que sí, todo es útil, aunque hay muchos frascos que pueden ser peligrosos - aseguró el profesor.

- ¿Más peligrosos que mostrarnos la Amortentia? - Hermione soltó una risa.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora