48. Renacer

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D R A C O    M A L F O Y

Seguía llorando, perdido en la profunda soledad de aquel sombrío rincón del mundo. Mi corazón se desgarraba sin piedad mientras abrazaba con desesperación el cuerpo inerte de Leysa. Cada lágrima que brotaba de mis ojos era un testimonio de la agonía que me consumía por completo. No podía aceptar que todo hubiera terminado de esta manera, que la vida hubiera arrebatado a la única persona a la que amaba con todo mi ser. Sentía una mezcla abrumadora de dolor, culpa y desesperación. ¿Cómo podía haberla dejado allí? ¿Cómo había permitido que esta tragedia ocurriera?

Mientras me hundía en el abismo de mi propio tormento, vislumbré la figura de Molly Weasley y la profesora McGonagall acercándose hacia mí. Sus rostros reflejaban una combinación de tristeza y determinación mientras evaluaban las heridas de Leysa. Mi dolor era tan intenso que apenas podía prestarles atención, pero logré captar fragmentos de su conversación entrecortada.

—Es grave, Molly. Sin embargo, hay una pequeña posibilidad de que sobreviva. Pero no será una tarea sencilla...

La voz de Molly temblaba con angustia, y me pregunté qué descubrimiento habían hecho. Con el corazón latiendo desbocado en mi pecho, me acerqué a ellas con la esperanza de encontrar respuestas, anhelando que hubiera alguna forma de salvar a Leysa. Theodore, en su desesperación, sostenía el cuerpo de Leysa, intentando frenar la sangre que fluía de sus heridas.

—¿Puede... puede Leysa sobrevivir? —pregunté con una voz apenas audible, temblorosa por el miedo y la incertidumbre.

Molly y McGonagall intercambiaron una mirada cargada de significado antes de que la profesora me hablara con calma, tratando de transmitirme una esperanza frágil pero necesaria.

—Draco, existe una posibilidad, aunque no podemos garantizar nada. Leysa tiene dentro de ella una parte de la maldición, su otro yo, y eso podría ayudarla a sanar más rápidamente. Pero necesitamos llevarla a un lugar seguro, a la Madriguera. Allí podremos brindarle los cuidados que necesita y, tal vez, encontrar una manera de salvarla.

Sentí un rayo de esperanza surgiendo en lo más profundo de mi ser. Aunque aún no comprendía por completo las implicaciones de la licantropía para Leysa, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para asegurar su supervivencia.

Decidimos dejar a Pansy junto al cuerpo de Blaise para que tuviera tiempo de despedirse y procesar su pérdida. Theodore aceptó acompañarme y juntos emprendimos el viaje hacia la Madriguera.

El tiempo parecía escaparse mientras avanzábamos a toda prisa. Mis pensamientos y recuerdos me acosaban sin tregua. Recordaba los momentos felices que había compartido con Leysa y nuestras promesas de un futuro juntos.

El tiempo se volvía borroso y, finalmente, llegamos a la Madriguera. Los demás Weasley se habían quedado en el castillo, junto al cuerpo de Fred, y solo Molly y McGonagall nos acompañaron a nosotros y a Leysa. Estaba enormemente agradecido a la señora Weasley por permitirnos ayudar a Leysa a pesar de su propia pérdida.

Cuando llegamos, Molly nos indicó que la lleváramos a la habitación que nos había asignado. Al observar la disposición de la habitación, me di cuenta de que era la de Molly.

—Molly —dijo McGonagall—, Leysa no sabe que Fred ha muerto.

—Entonces, no debemos decírselo hasta que recupere fuerzas —asintió para sí misma, limpiándose las lágrimas—. No hay necesidad de que se preocupe por nada. Remus y Tonks serán trasladados aquí, junto a mi hijo.

Permanecí al lado de McGonagall, ansioso por cualquier indicio de una posible solución. Observé cómo fruncía el ceño, sumida en profunda concentración mientras evaluaba la situación.

𝑷𝒖𝒓𝒆 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅, 𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑺𝒐𝒖𝒍 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora